Mujeres de Gaitania por la paz

Jaime Eduardo Reyes

En los discursos pronunciados durante el evento central de la Feria de Cafés Especiales al mediodía del viernes pasado, quedó claro que el Sur del Tolima ya no es lo que era hace una década atrás, pues la intervención del Estado y la cooperación internacional han venido cambiando para bien muchas de las condiciones de los municipios y ha mejorado la calidad de vida de sus habitantes. Sin embargo, aunque la deuda social se ha venido pagando, aún falta mucho por hacer y las brechas sociales todavía se evidencian.

El mensaje enviado al país es que el Sur del Tolima es una tierra que está en pleno ascenso económico y social, el progreso y desarrollo están tocando las puertas del territorio, que quienes allí viven son pujantes y que con los apoyos necesarios son capaces de forjar un futuro mejor.

No hay duda de que la Feria organizada por el Gobierno departamental fue un acierto ya que gracias a los logros de los caficultores las personas que viven en Ibagué y otras ciudades pueden cambiar las opiniones negativas sobre esa región.

De otro lado, mientras la atención de los medios de comunicación se concentraba en las asociaciones de cafés especiales participantes en la feria, y el pueblo estaba engalanado para la fiesta, en el sector rural de Planadas la vida continuaba en su propia dinámica y en particular en la tarea de buscar condiciones de paz.

Un hecho en particular que atrajo mi atención fue el conversatorio ‘Mujeres de Gaitania por la paz’, celebrado en ese corregimiento con la asistencia de más de 200 mujeres de las veredas que conforman ese centro poblado.

Gaitania es un corregimiento del Sur del Tolima profundo, a unos 40 minutos del casco urbano, en el que el Estado aún tiene muchas tareas pendientes. Allí quedará una zona veredal transitoria de normalización para las Farc.

Las posiciones de las mujeres de Gaitainia son claras: ellas quieren la paz, la anhelan para sus hijos, no quieren “seguir pariendo hijos para la guerra”. Sueñan con mejorar su vida, los jóvenes quieren estudiar en la Universidad, en el Sena, las estudiantes de los colegios no quieren ser reclutados para la guerra. Tuve la fortuna de escucharlas, de observar sus ojos de esperanza, y certifico que la guerra no tiene futuro en estas comunidades, no tiene apoyo social, que por el contrario la paz es el sueño de todas.

No hay duda de que los retos son enormes, lograr las transformaciones que se anuncian para el territorio demanda una inversión aún mayor a la que hasta ahora se ha realizado, e inclusive reconociendo el importantísimo avance en términos de capital humano y social aun se requiere de mucho más.

El profundo Sur del Tolima necesita ser visualizado, descrito, representado en sus reales condiciones, imaginado de la misma forma como ya se hace con las cabeceras municipales, de lo contrario se corre el riesgo de excluir a muchas familias por el solo hecho de haber nacido allí.

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