Bienvenidos al pasado

Hugo Rincón González

La semana que acaba de pasar tuvo dentro de los cubrimientos noticiosos por parte de la prensa, un hecho que arrojó varias imágenes y fotografías de una reunión que muestra lo patética y asqueante que puede ser la política colombiana, y, es la reunión de la cofradía de los expresidentes Pastrana, Uribe y Gaviria con el supuesto interés, según ellos, de buscar temas de trabajo conjuntos para el bien del país y el gobierno de Iván Duque.

Se pregunta uno si algo positivo pudo haber surgido de un evento de esta naturaleza, entre unos jubilados que hasta hace muy poco tiempo se detestaban y denostaban cuán más entre ellos. Son famosas las imágenes en las cuáles Gaviria, micrófono en mano le grita a Uribe: mentiroso, mentiroso, mentiroso, además de decirle que tenía intenciones de volverse un dictador y permanecer eternamente en la presidencia. O, cuando Pastrana señalaba a Uribe por sus relaciones con el narcotráfico y por tener en su partido al que él llamaba el primo de Pablo Escobar.

Que la política es dinámica y variable nos dicen, que solamente los estúpidos no cambian cuando cambian las circunstancias, pero esta reunión en el Hotel de La Ópera entre estos expresidentes a unas pocas cuadras del Capitolio Nacional y la Casa de Nariño, impensable hace algún tiempo, deja más inquietudes que certezas sobre el verdadero significado de la misma.

Inquietudes en la medida en que a estos expresidentes que son reconocidos adictos al poder, seguramente, más que el bien común, los alentaba otro tipo de intereses, como por ejemplo, sellar un acuerdo político para elegir al Contralor General de la Nación o definir qué tipo de prebendas va a reclamar cada uno como jefe de su partido en el nuevo gobierno que ha dicho que no negociará con mermelada.

Según la prensa, esta reunión la promovió el expresidente Uribe, para darle una mano al gobierno de Duque, que en las primeras de cambio ha tenido inconvenientes para consolidar una coalición de partidos que le brinde gobernabilidad en el congreso. Realizar un acuerdo político con estos dos actores le permitiría consolidar unas mayorías que parecían no ser tan claras por las posturas independientes de los partidos Cambio Radical, la U y algunos liberales.

Consolidar este acuerdo le daría el apoyo necesario para las reformas que el Gobierno quiere que el Congreso le apruebe, entre ellas: la nueva reforma tributaria que baja los impuestos a las empresas y aumenta la base gravable, golpeando especialmente a la clase media; la reforma pensional que tiene a los fondos de pensiones lamiéndose los bigotes por los billones de pesos que manejarían, y la reforma a la justicia, que desde la campaña electoral Duque promovía.

Que esta cofradía de expresidentes pensionados siga definiendo la agenda en el país, muestra la “renovación política” que se está dando en Colombia. Produce indignación que estos personajes que deberían estar en uso de buen retiro sigan a través de acuerdos espurios definiendo qué se hace y qué no en nuestra Nación. Ya fue suficiente con sus cuestionados e impopulares gobiernos que profundizaron la inequidad y la desigualdad, lo que requerimos son nuevas propuestas, nuevas ideas y nuevos protagonistas.

Si el gobierno del presidente Duque habla de un pacto nacional, este se debe construir con todos los actores políticos y no con los que siempre han manejado el país. El pacto debe ser no solamente con los partidos políticos que apoyan al gobierno, sino con la oposición, con las nuevas ciudadanías, los movimientos sociales y también con los millones de colombianos que no participaron en la pasada coyuntura electoral, buscando definir un acuerdo sobre lo fundamental que permita construir una sociedad más incluyente, democrática y equitativa, donde la vida digna sea posible para todos.

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