La semana anterior en una comunidad de aprendizaje sobre fortalecimiento de organizaciones sociales promovida por la Redprodepaz en donde estuvieron presentes 16 programas de desarrollo, tuve la oportunidad de ver y escuchar una presentación ingeniosa, alegre y sobre todo innovadora sobre emprendimientos basados en el capital simbólico que hoy por hoy mueve importantes grupos de personas en el mundo.
Un profesional de administración de empresas de un municipio de Caldas descubrió que alrededor de la obra de nuestro nobel de literatura Gabriel García Márquez, en muchos países del mundo se creaban emprendimientos que facturan grandes cifras en dólares. Mencionó una cerveza creada en el Japón con las novelas de Gabo que tienen un precio fabuloso y que es comprada por ciudadanos que siguen la obra del escritor colombiano ya fallecido.
El raciocinio que tuvo fue más o menos el siguiente, ¿por qué en otras latitudes valoran y aprovechan mejor las obras de nuestro nobel y construyen a través de ellas ideas de negocio ingeniosas y nosotros no? Con esta inquietud en mente se dio a la tarea de leer en detalle su obra cumbre, Cien Años de Soledad y descubrió con asombro que en muchas páginas hay numerosas ideas creativas y de negocio que podrían aprovecharse en nuestro país.
Lo más recordado de esa obra fantástica visualmente hablando eran las mariposas amarillas. Sin embargo, este símbolo ya estaba muy utilizado en varias iniciativas y descubrió que otro símbolo visual y cargado de significado eran los pescaditos de oro. Alrededor de esta claridad se dio a la tarea de buscar unos artesanos que fueran capaces de elaborar estas figuras en oro y además que en los ojos tuvieran esmeraldas por ser la piedra preciosa más emblemática de Colombia.
Su creación fue maravillosa, unido con artesanos humildes de pueblos mineros producen y comercializan los pescaditos de oro, haciendo referencia a la obra de ese genio de la literatura que fue Gabo, reivindicando el desarrollo y la paz.
En un ejercicio de modelo de negocio Canvas plantea su propuesta de valor, siempre siguiendo la obra de Cien Años de Soledad de la siguiente manera: “Consiguió imponer en Macondo el ambiente de paz rural con que soñaba el coronel Aureliano Buendía para morirse de viejo fabricando pescaditos de oro”.
Cuando se refiere a los socios clave, lo plantea así: “Todos eran artesanos hábiles, hombres de su casa, gente de paz”. Cuando esboza los canales de comercialización, toma esta idea de la obra: “Macondo estaba transformado, la aldea de otro tiempo se convirtió muy pronto en un pueblo activo, con tiendas y talleres de artesanía”.
Para explicar la estructura de costos, toma esta hermosa frase: “Declinó la pensión vitalicia que le ofrecieron después de la guerra y vivió hasta la vejez de los pescaditos de oro que fabricaba en su taller de Macondo”. En un país polarizado como el nuestro, este emprendimiento literario lo resuelve de esta forma: “No me hables de política, le decía el coronel Aureliano Buendía. Nuestro asunto es vender pescaditos de oro”.
Esta propuesta ingeniosa traída por la Redprodepaz al evento referido es desarrollada por una organización denominada Pazapporte que se viene especializando en turismo literario. Lo que pone de presente es que las propuestas innovadoras tienen en el universo simbólico un enorme espacio para crear. En el trabajo de fabricación de los pescaditos de oro toman esta figura para producir artesanías inspirados en la obra de Cien Años de Soledad, pero como esta, ellos vienen promoviendo otros emprendimientos basados todos en la construcción de paz.
Con esta obra magna de Gabo se pone en evidencia que lo que se requiere es imaginación para generar emprendimientos, que clientes para lo simbólico hay, se deben seducir, encantar y movilizar, esto se pone de presente con estos pescaditos de oro que en su segmento de clientes termina diciendo: “Los examinó uno por uno y entonces se humanizó por completo. Quisiera llevarme uno, si usted me lo permite -dijo-. En un tiempo fueron una clave de subversión, pero ahora son toda una reliquia”.
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