Advertencias de la derecha

Rodrigo López Oviedo

No deja de ser preocupante la demostración de fuerza que hizo la derecha el pasado 26 de septiembre. Preocupante porque ella no fue más que un abrebocas, casi que una advertencia de lo que vendrá, si el Gobierno de Petro no se ajusta a las políticas de dejar hacer, dejar pasar, todo con arreglo a los mandamientos neoliberales que, lejos de estar en crisis, le han reportado resultados tan enormes a las élites colombianas y, por supuesto, a las transnacionales, las mismas que hoy se sienten, con razón, huérfanas del poder político que venían acostumbradas a detentar. Y eso que ella advierte que vendrá no es cosa distinta a la medicina que sus pares venezolanos le aplicaron a Hugo Chávez cuando comenzó a transformar el país a favor de los más humildes, y la misma que siguieron aplicando durante el gobierno de Nicolás Maduro hasta cuando este se vio obligado a morigerar la aplicación del ideario chavista. No olvidemos que en nuestro hermano país las derechas comenzaron con sus críticas y protestas de bajo tono, continuaron con afectaciones a la economía que se tradujeron en acaparamiento, especulación, contrabando hacia afuera y, en resumen, con prácticas de desabastecimiento acompañadas de guarimbas, acciones terroristas, golpes de Estado, planes magnicidas y sanciones imperialistas, las cuales terminaron obligando a la población menos consecuente a salir del país, pero no huyendo del régimen, como lo decían Duque y sus acólitos, sino buscando un ambiente menos traumático que el infierno en que las élites y el imperialismo convirtieron a nuestro hermano país. De ese calado pueden ser las respuestas de nuestra derecha a los proyectos de transformación que con el mayor empeño quiere impulsar el actual gobierno. Al fin de cuentas, tales respuestas no son más que expresión de la lucha de clases que se da bajo el capitalismo, la misma que esas mismas derechas exacerban cuando las desplazan del gobierno los que nunca lo han tenido. Ante tales circunstancias, lo que debe preocupar a los amigos del cambio es que se frustren las esperanzas que están depositadas en Petro y su gobierno, lo cual obliga a acompañarlos de forma organizada, pero beligerante, sin olvidar que la mejor manera de hacerlo es a través de la protesta callejera. Ya la derecha demostró, mediante la jornada que se comenta, que ese es el camino que garantiza mejores resultados, y más aún si se adelanta sin el temor de la represión que caracterizó a los anteriores gobiernos. Bien quisiéramos que estas movilizaciones fueran lo menos pugnaces que sea posible, pero no lo serán por obra y gracia de esas clases hoy desplazadas del gobierno. Preparémonos.
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RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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