Lo que sigue a estas elecciones

Rodrigo López Oviedo

El aplazamiento que el pasado martes sufrió en la Cámara el segundo debate al proyecto de reforma a la salud no pudo tener una justificación más pobre.
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A los integrantes de esta célula legislativa se les ocurrió que la prioridad del momento era vigilar los logros electorales obtenidos en los comicios del pasado domingo, no fuera a ser que, por no estar pendientes, esos logros se extraviaran en medio de los reconteos, alegatos y reclamos que son tan de la esencia de la etapa de escrutinios propia de todo evento electoral.

Justificación bien pobre porque ellos, para ser elegidos, se comprometieron a empeñarse en la defensa de los intereses de sus electores y regiones a través del análisis, discusión y aprobación de proyectos legislativos relacionados con ese propósito. Es decir, a todo lo contrario de ponerse a salvaguardar sus intereses personales, que es a lo que terminaron dedicados en estos días, y en lo que continuarán, quién sabe hasta cuándo.

Por supuesto que esa salvaguarda no fue lo que motivó el aplazamiento. La verdadera razón está en lo que tirios y troyanos hemos venido constatando desde cuando Petro asumió la jefatura del Estado: una intención sin disimulo de dilatar el normal trámite de las iniciativas puestas a su consideración por el propio gobierno o su bancada, acudiendo para ello a procedimientos tales como disolver el cuórum, declararse falsamente impedidos para deliberar, proponer modificaciones a los textos con argumentos retorcidos, en fin, a llenar de obstáculos el trámite de los proyectos para que no se aprueben, o lo sean con contenidos tan débiles que terminen convertidos en normatividad inane.

Para el caso concreto del proyecto de ley de modificación del sistema de salud, lo que buscan es seguir dándole largas a su discusión con el fin de llevar las expectativas de la población al punto en que, perdida toda esperanza de que se apruebe lo que quiere, se vuelva indiferente ante su trámite y termine por no importarle que lo que finalmente salga sea simplemente una nueva versión de lo mismo que hasta hoy tiene.

Lo peor es que, siendo malo lo que hasta hoy tenemos, y de lo cual la salud es solo un ejemplo, la tendencia será a que empeore como consecuencia de lo que acaban de decir las urnas. Si durante lo transcurrido del presente gobierno han sido tantas las dificultades legislativas por las que este ha tenido que transitar, imaginemos las que le sobrevendrán ahora que la correlación de fuerzas continuará haciéndosele desfavorable. Por eso, aunque resulte fastidioso estarlo repitiendo, la suerte de Petro depende de nuestro acompañamiento callejero. ¿Se lo brindaremos?           

 

Rodrigo López

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