Ibagué necesita ciclorrutas

Indira Orfa Tatiana Rojas Oviedo

Como diría Andrés Openhiemmer: “crear o morir”, para referirse a la necesidad de innovar en la era de la inteligencia artificial, donde los drones, los autos sin conductor, el uso de la bicicleta, el cuidado del ambiente, hacen parte del nuevo milenio que vertiginosamente cambia la tecnología, renueva softwares, se busca la inclusión para la disponibilidad en las ciudades no solo en cumplimiento de derechos, sino en la pretensión de convertirse en ciudades incluyentes, atractivas y competentes ante las exigencias del nuevo milenio que de prisa ya alcanza las dos primeras décadas del siglo XXI.

China, Alemania y Holanda se destacan en el mundo por la innovación también en el uso de la bicicleta, que además constituye motivo de respeto y compromiso ciudadano. Cierra brechas de inequidad, de exclusión y aporta al ambiente, a la calidad de vida, a la salud, a la economía familiar. Los ciclistas, también son sujetos con derechos constitucionales con quienes se tiene obligación administrativa, social y legal, que implica inversión, desafíos y ejecución.

En Ibagué, la ciudadanía en pleno debe entender los derechos de cada quien para así contribuir al avance y desarrollo de la ciudad, a la inclusión que se convierte en un espacio invisible para quienes cuentan con necesidades especiales. Indudablemente, bienvenidas las sugerencias y críticas con fines constructivos en desarrollo de la democracia participativa, sin que constituya un interés particular, más bien una preocupación por el bien común que debe ser responsabilidad de todos pero que en ningún momento constituya un fin para destruir o acabar.

Entonces, celebramos la implementación de ciclorrutas por la avenida Ferrocarril como ya se está haciendo, que indudablemente deben cumplir con requisitos que garanticen la seguridad vial, implementar campañas educativas para sensibilizar y tensionar al respeto por la vida, al cuidado del otro como si fuera el suyo, a la selección idónea de conductores de buses, donde se fortalezcan sus competencias humanas y de cuidado por la vida de los otros, porque no es posible que se obre correctamente solo ante la idea de que se vigila y se castiga el incumplimiento de las normas, eso no es suficiente.

La ciudadanía debe sintonizarse con los derechos de cada uno y ponerse cada quien en el lugar del otro, como diría Martha Nussbaum, porque cada individuo debe determinar mediante su libre elección, sus acciones más apropiadas para proteger, para incluir, para mostrar lo mejor de sí.

De todas maneras, es conveniente contemplar la ubicación de cámaras de seguridad y el acompañamiento policivo pertinente y adecuado en las diferentes zonas álgidas por el riesgo delincuencial, porque existen sitios subutilizados de la ciudad por las solitarias rutas como las de la circunvalar, donde escasea el acompañamiento policivo. A veces creo que estos servidores públicos, tienen mayor interés en otros asuntos, que en la seguridad ciudadana y genera incomodidad observar grupos de ocho o 10 uniformados en el mismo punto, resulta muy oneroso su trabajo y poco efectivo para la seguridad de los ibaguereños.

Recomiendo que se tenga en cuenta la academia con los resultados de ejercicios de investigación de estudiantes de la Universidad del Tolima, que aún cuando los hallazgos del comportamiento inapropiado de los conductores de buses, fueron radicados en la alcaldía por los estudiantes investigadores hace dos semestres, se hizo caso omiso a tal contribución que proponía acciones para la mejora en este aspecto.

Adelante con las ciclorrutas, Ibagué las requiere con urgencia.

tatianarojasoviedo34@gmail.com

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