Presidente Duque, su discurso es alentador

Indira Orfa Tatiana Rojas Oviedo

tatianarojasoviedo34@gmail.com

Que los colombianos contemos con un joven presidente, bien intencionado, sin odios, con un discurso conciliador que pretende garantizar los derechos, buscar equidad, ser implacable contra los delincuentes de cuello blanco y de todas las dimensiones, genera tranquilidad. Pero, solamente será tangible, si existe apoyo desde el Congreso, con posturas coherentes, que denoten por encima de los intereses, que el país está sobre la mesa.

La tiranía de algunos líderes políticos que esconden tras su ideología, discursos que se encierran en “cajas negras” y se convierten en ambiguos e incoherentes, afectan la ciudadanía y generan división, confusión y dudas en un país que en “cuidados intensivos” requiere claridad, unidad y decisión.

De la impertinencia del discurso, alta gala hizo el presidente del Senado, Ernesto Macías, quien una vez más ratifica la necesidad de formación y de méritos para ostentar tal dignidad, a fin de que la prudencia, pertinencia y pensamientos de alto orden, sean inherentes a su desempeño, más aún cuando la mirada del mundo y la visita de mandatarios de un puñado de países, exige un discurso político profundo por sus planteamientos brillantes y no por la lectura mediocre, irreflexiva y abusiva en una ceremonia trascendental para Colombia.

Sentimos vergüenza ajena, indignación y angustia por el hecho y su impacto; por el mal intencionado sentimiento de obstaculizar, dividir y torpedear un gobierno que aún no se posesionaba y ya estaba notificado. Quedó en evidencia que el protocolo no siempre surte el efecto que éste exige.

Desafortunadamente la diversidad de intereses, la lucha por el poder, las ideologías, el control, los conflictos, son parte también de las grandes esferas de la política que llegan a niveles de “inframundo”, que se desconocen y afectan con su omnipresencia porque cuentan con el apoyo de grupos o coaliciones que necesariamente presionan hasta lograr sus propósitos.

En la fase en la cual se encuentra nuestro país, lo más acertado es pretender la conciliación, el desarme de las mentes y las almas que no será fácil, si unos cuantos “padres de la patria”, en uso de su liderazgo, logran dividir e impedir que se avance hacia un nuevo amanecer, hacia un país más transparente, con mayor respeto por los derechos de los niños, de las mujeres y los hombres.

Nos corresponde, con sentido crítico, seguir buscando lo útil y exitoso para romper cadenas históricas que nos afectan y nos posicionan en lugares indeseables por el irrespeto a lo público que genera corrupción, por la inequidad, por la desigualdad, entre tantas otras que nos aquejan. En nuestras manos está, la mayoría de edad de la que habla Kant y que nos obliga a tomar decisiones, decir, gritar y registrar, no más corrupción, no más división.

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