Óptica periodística: Cambio climático y nosotros

Se calcula que en el último siglo la temperatura del planeta aumentó en 0.8 grados en promedio y ello ha ocasionado el derretimiento o deshielo de los glaciares (han retrocedido cerca de 30 por ciento en extensión), cambios de temporadas de lluvias, escasez de agua y muchos desajustes en ecosistemas

Según estudios recientes, son la biodiversidad (Colombia ocupa uno de los primeros lugares del mundo) y la producción de alimentos los primeros sectores que sufrirán con rigor con dicho cambio debido al calentamiento global.

 

En todas partes del mundo, pero especialmente en la franja del Ecuador, donde se encuentra nuestra nación, los cambios inesperados de temperatura y los periodos invernales son agentes que generan la reducción de cierto tipo de cultivos que no se pueden vender en la misma cantidad afectando no sólo la alimentación, sino la fuente de ingresos de cientos de miles de familias, desmejorando sus ingresos económicos. 

 

El problema no es para nada ajeno en Colombia: señalan varios estudios de universidades del país que en el siglo XX desaparecieron por lo menos 20 nevados de nuestro territorio y quedan cinco o seis pero con los días contados, entre ellos varios muy cerca a nosotros: el Tolima, el Ruiz, Santa Isabel y el Huila. En las costas el nivel del mar ha aumentado cerca de dos milimetros por año.

 

En unas zonas del país donde antes llovía mucho o existían heladas ahora estas son pocas y en otras donde las precipitaciones eran escasas como San Andrés o Santa Marta, ya son parte de la cotidianidad. Ya está comprobado que tanto nuestras madrugada como las noches son cada día más calurosas.

 

En zonas de páramo ni se diga el azote del cambio climático. Allí se han reducido sus hectáreas en diez mil en la última década y cada día son más escasas las lagunas propias de esos lugares. La afectación para los pueblos y ciudades de alta montaña con la desaparición de los glaciales y la reducción de los páramos será de proporciones  inimaginadas, porque el agua escaseará sin lugar a duda.

 

Estudios recientes también demuestran que en este siglo nuestras costas verán perder por inundación más de cinco mil kilómetros cuadrados y la anegación temporal de otros cinco mil kilómetros cuadrados. Playas y mangles se reducirán o desaparecerán. Lástima por nuestros corales, como los de las Islas del Rosario, que dejarán de ser ecosistemas y cumplir una función específica de protección de especies y alimenticia en el mar y desaparecerán aceleradamente.

 

Dicen los médicos y epidemólogos que dengue y malaria serán las enfermedades más comunes para nuestros niños y en nosotros en nuestra vejez, y en zonas donde antes por su altura y condición climática no existían, pero hoy están comenzando a aparecer regularmente. Como se ve, lo que se debe exigir de parte del Estado y de todos los demás sectores son acciones serias y contundentes para evitar que sigamos aceleradamente contribuyendo al deterioro del planeta. Bueno conocer qué se hará desde la región de manera concreta y real para luchar contra este nuevo y difícil reto que enfrentaremos como Departamento agrícola y agropecuario que aún somos. 

Credito
NELSON GERMÁN SÁNCHEZ PÉREZ –Gersan-

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