Bilbao

Gracias a Dios y a la directriz del Gobierno departamental de hacer presencia donde nunca antes se había llegado a dar la cara a la gente y llevar algunas soluciones a sus necesidades pude conocer Bilbao.

El segundo de los corregimientos del municipio de Planadas, en donde nace el departamento del Tolima.

Que agradable experiencia haber podido recorrer sus empinadas calles, poder dialogar con sus habitantes, compartir visiones de progreso, escuchar sus historias y conocer gente buena. No se puede negar que se llega con prevención, que se tiene aún en la cabeza el estigma de varios años de dominio de la guerrilla, pero que poco a poco cuando se toma una gaseosa en una cafetería, se comparte un tinto en otra, se entra a un almacén de ropa o de insumos agrícolas para el campo, esa sensación desaparece por completo.

Ver la sonrisa franca de los dependientes, el rostro angelical de muchos niños, estrechar la mano áspera y fuerte de los campesinos y escuchar a sus jóvenes de cómo quisieran tener un computador portátil, de que nunca conocieron la telefonía fija sino que pasaron a la era del celular es algo que realmente llega muy profundo para cualquier persona.

Caminar Bilbao es encontrarse en cada esquina con una historia de vida que los ha marcado y los hace echar para delante. Recorrer seis panaderías en menos de cuatro cuadras, por lo menos siete cafés o cafeterías, y darse cuenta de que el Dane no mide allí nunca el costo de vida y que por eso sigue siendo tan absurda su medición. Una gaseosa individual pequeña pueda valer al público entre mil 500 y mil 700 pesos, lo mismo que un paquete de papas fritas o un pedazo de torta. El pasaje de allí al casco urbano de Planadas cuesta 11 mil 500 o 12 mil pesos, la mitad del pasaje Ibagué-Bogotá y el mismo tiempo, tres horas.

Descubre uno en el terreno y en la cotidianidad de allí lo que es pujanza, el resto es la misma carreta de siempre desde los escritorios. Conformaron una asociación de productores de café especial caficultores curtidos y uno que otro joven del sector, que quieren llegar a exportar este tipo de cafés; compraron un lote para construir su asociación y están a la espera de aliados para ese proyecto. Escuchándolos me hacían recordar a los de Gaitania, con quienes me topé en la vereda Los Andes del mismo municipio, contando con una alegría que contagiaba en qué iba la iniciativa de montar una tienda de café en Gaitania y del proceso de registro de la marca de café de origen con dicha denominación.

Cosas que uno agradezca poder conocer ese otro Tolima, el de verdad, el del campo, el de la gente real, con problemas reales y en búsqueda de sus soluciones de manera concreta. Puede que geográficamente estén en la cola del territorio tolimense, pero en actitud, entrega, constancia y trabajo están en la cabeza -y muy lejos- de quienes vivimos en Ibagué. 

Credito
Nelson Germán Sánchez Pérez –Gersan-

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