Esclavos de la economía y el consumismo

Más allá de sus primeros 100 días como máxima cabeza de la iglesia Católica en el mundo (cerca de mil millones de personas), el Papa Francisco ha demostrado que quiere dar un viraje en la imagen y en la estructura interna de la estructura vaticana.

Más allá de sus primeros 100 días como máxima cabeza de la iglesia Católica en el mundo (cerca de mil millones de personas), el Papa Francisco ha demostrado que quiere dar un viraje en la imagen y en la estructura interna de la estructura vaticana.

De todo lo que ha hecho y el mundo le reconoce hoy: su sencillez, la cercanía a los fieles, el dar lecciones de humildad, rechazar el halo de poder y opulencia vaticana, lo que más ha impresionado es que se atreva nuevamente a dar luz a los pobres; es decir, mostrar el rostro de aquella mayoría del mundo que sufre el rigor del capitalismo salvaje, de las reglas del mercado, del consumismo y de una sociedad “moderna y tecnológica”, como diría Savater, que se ha deshumanizado.

El Papa Francisco se ha encargado de recordar que por más bienes, posesiones materiales y riquezas que tengamos todos vamos a morir y no nos vamos a llevar un céntimo de nada, y la única cuenta que hay que tener con saldos altos de depósito son las de haber cumplido los preceptos de Jesucristo, porque cuentas hay que irle a rendir.

Hizo un llamado puntual para que el mundo no sea esclavo de la economía, de la excesiva producción, de un consumismo exagerado, un culto sin sentido al “poder”, de unas ganas de más y más bienes, sin sentido ni por lo que se consume ni para qué se consume; esto, mientras millones más no tienen ni siquiera las migajas de esa producción, no hay un puñado de arroz en su mesa, ni siquiera un huevo tibio para compartir entre tres.

Con atino recordó que la crisis financiera de ahora no puede ser tomada como parapeto para no apoyar a los pobres, a quienes debe verse como seres humanos y no como una estadística más de un mercado de consumo en el que ellos no registran indicador alguno y, al no registrar, no importan.

Qué bien por este Papa argentino que no ha sido inferior al reto que le fue impuesto por el catolicismo ni ha traicionado su línea teológica, ideológica y franciscana que tuvo como obispo de Buenos Aires, en donde es recordado precisamente porque no se quedó callado frente a lo que consideraba olvido de los gobiernos y los poderosos para con quienes habían sufrido la debacle financiera en su país y fueron arruinados.

Ojalá algunos de sus pronunciamientos hagan eco en inversionistas, empresarios, presidentes y hombres de negocios, para que hagan un capitalismo más humano, más social, y también para que las nuevas generaciones entiendan que no es por la vía de “la expansión de los valores consumistas” por donde la raza humana encontrará su salvación, sino, todo lo contrario, su más segura perdición en este mundo y en los que haya más allá.

Credito
NELSON GERMÁN SÁNCHEZ PÉREZ–Gersan

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