A tapar el inconformismo social

Pareciera que antes de cumplir sus dos años de mandato el Gobierno nacional estuviera empeñado en descalificar toda protesta social, campesina o ciudadana que muestre el inconformismo frente a los incumplimientos históricos del Estado, como queriendo evitar que el año electoral que ya comenzó no afecte tanto a sus aliados para el Congreso, ni el póker de la paz que se juega en La Habana.

Esto no quiere decir que ningún ciudadano colombiano apoye las vías de hecho, o que las turbas incontrolables se tomen las vías, hospitales y demás, pero lo cierto es que no se puede satanizar el inconformismo creciente de la gente con el Gobierno, con sus políticas, con sus acciones, visiones de país e incumplimientos. 

Una cosa es la mirada ultracachaca y centralista del presidente Santos, seguramente bien intencionada, de su gabinete ministerial frío, calculador, distante y con total desconocimiento de lo que es el país de verdad y sus necesitadas regiones; y otra la realidad que vive la gente a diario con su falta de vías, de electrificación, de agua potable, de educación de calidad, de alimentación, de atención en salud, de mínima subsistencia y de acuerdos y pactos incumplidos en el pasado reciente, y no tan reciente.

Lo del Catatumbo es apenas una muestra de ese inconformismo que uno nota viene en alza constante. Igual sucede con las personas de la costa que aún no tiene soluciones verdaderas a los estragos que causó la pasada temporada invernal o los campesinos que perdieron hasta el último de sus plátanos a causa de los embates de la naturaleza.

Quienes reclaman agua potable y energía en muchos sectores del país, a quienes les toca “mamarse” la inseguridad creciente en las ciudades, o pasearse con sus enfermos de urgencias en urgencias para que lo puedan atender.

Qué podríamos decir nosotros frente a lo que nos sucede en el Departamento y en especial en la zona sur, donde nuevamente la insurgencia campea a la vista de todo el mundo, comienza su accionar delincuencial, mientras los campesinos, especialmente los cafeteros, siguen solicitando se les cumpla lo pactado.

Ya no es un secreto para nadie que la administración del sector cafetero desde lo nacional y lo regional pareciera estar en un mundo irreal de números, de cuadrar estadísticas, de mostrar millones de pesos en ayudas y subsidios de manera mediática, de alabar y alabar gobiernos para no irse de los cargos y conseguir convenios y contratos, y otra muy distinta la realidad y verdad que sufren los cultivadores del grano en sus fincas y que con justa razón e irán de nuevo a paro en un mes. A propósito, que bueno sería que al azar algunos medios se dieran una vueltica por las zonas campesinas -y por las cafeteras- y palparan el hambre y la necesidad que se vive, distinto a lo que pavonean sus dirigentes.  

Es por ello que pareciera estar creciendo el inconformismo y se hiciera más evidente cada día, porque las soluciones no están llegando. Repito: nadie respalda las vías de hecho o reclamar un derecho pisoteando el de los demás, para nada, pero tampoco se puede tapar el Sol con un dedo o -como también se volvió costumbre- que nuestras autoridades siempre digan que toda protesta social está infiltrada por las guerrillas, las bacrim, la delincuencia común o hasta las bandas de microtráfico, una forma muy disimulada de llamar a todo ciudadano que no trague entero y se decida a mostrar su inconformismo delincuente; así tampoco es.

Credito
NELSON GERMÁN SÁNCHEZ PÉREZ–Gersan

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