Santos=Farc

En el imaginario colectivo de millones de colombianos se está creando cada vez con más fuerza el peligroso pensamiento de que candidato-presidente Juan Manuel Santos es igual a guerrilla y terrorismo Farc. Una situación que por supuesto parece exagerada, pero es que el Presidente y el Gobierno con sus erráticas decisiones parecen estar conduciendo a la mayoría del país a pensar ello.

En primer lugar por el -si me permiten llamarlo así- tonto argumento discursivo de que el proceso de paz es lo máximo y por eso quien no lo apoye como está, sin conocerse puntualmente lo que se les está dando, y no se quede callado, reclame claridad en los puntos, exija gestos de humanidad y humildad por parte de la guerrilla para con sus víctimas es un guerrerista, matón, hiena, buitre, un señor de la guerra. No señor, esa descalificación no se le puede permitir a la máxima autoridad política y administrativa de la nación para con millones de sus compatriotas. Esa manera de inducir miedo, rencor, crear zozobra y rupturas nacionales, no es válida por más que quiera reelegirse.

Eso del mandatario andar para arriba y para abajo por toda Colombia soslayadamente calificando a las personas entre buenas si están con la guerrilla y los diálogos en La Habana, y malas-perversas si piensan distinto y mantienen mente y posturas críticas frente a dicho proceso es muy peligroso y ruin. De eso hay que dejar constancia histórica.

Claro que tampoco se trata de criticar por criticar los diálogos como hacen otros, inventar cualquier carajada sin argumentos sobre los mismos o ponerlos como el origen de todos los males del país desconociendo sus propias culpas. Eso también es una posición espuria y rastrera que en nada contribuye a construir patria y convivencia. Tan importantes y respetables son las posturas de los críticos como las de quienes defienden el acuerdo a ciegas con las Farc en cabeza del mandatario.

Que toda la agenda pública nacional gire en torno al proceso de diálogos con la guerrilla de las Farc es un gran error de unos y otros, porque es decir una mentira enorme: Que con ello se construyera la paz real. No. Allá No se construye la paz. En el mejor de los casos un pedacito de paz, o para traer palabras del propio presidente Santos, con eso no “se quita la vaca atravesada a en el camino del progreso”, si a mucho se quita un pedazo de pata de esa res atravesada, el pedazo con el que se hace la gelatina.

La paz se construye con educación gratuita de verdad, no con el pago de las matrículas que aquí se llama educación gratuita; se hace con una reforma a la salud que le sirva a los colombianos y no a las EPS, los intermediarios y los laboratorios como lo advierten las sociedades médicas está concebida la actual reforma a la salud, liderada por el gobierno Santos; se hace la paz con una política agraria -que quedó en el congelador y de la cual como que se prohibió volver a hablar- que beneficie a los campesinos y cafeteros quebrados y no a las multinacionales de insumos, plaguicidas, fungicidas y alimentos beneficiadas con los TLC firmados hasta hoy. Se consigue la paz pero retirando del todo leyes como la que el Gobierno tratará de presentar, que, al parecer, con un plumazo beneficia es a terratenientes y grandes compañías, quitándole a colonos y pequeñas familias de campesinos la tierra que durante años han trabajado en la Orinoquía colombiana. Así sí se construye la paz, el resto suena a intereses ocultos de aquí, de allá y de acullá.

Credito
NELSON GERMÁN SÁNCHEZ PÉREZ –GERSAN-

Comentarios