Al Presidente

Como estas líneas las escribo antes de que se conozca si el nuevo presidente de los colombianos es Óscar Iván Zuluaga o repite Juan Manuel Santos, no me voy a dirigir de manera personal a ninguno de los dos.

Estas líneas son para quien tiene la difícil e importante tarea de conducir a la nación de aquí a 2018 como mandatario nacional. Lo primero es que sin importar si ganó la “paz verdadera y sin impunidad” o la “con paz haremos más”, lo cierto es que es transcendental continuar con los diálogos que se realizan en La Habana, no porque acabarlos sea la hecatombe como algunas voces agoreras han querido mentirosamente vender, sino porque es la mejor manera de comprometer a la insurgencia a dejar las armas, terminar con la extorsión, el secuestro, el reclutamiento de niños, el ataque alevoso a la infraestructura nacional y el narcotráfico, entre otros males que en su interior se gestan. Es, por sí mismo, una enorme ganancia para el país, porque no sólo se ahorran algunos recursos (no billones de pesos, como también se ha querido decir), sino se gana en tranquilidad con los efectos positivos para la economía ese estado conlleva.

A partir de hoy debemos salirnos del círculo mono-temático de la mal llamada paz, que como ya se sabe no se conseguirá con los acuerdos y diálogos que se finiquiten en La Habana con las Farc y posiblemente en Quito o Caracas con el ELN. No. La verdadera paz, requiere que el centro del debate de los esfuerzos, de los acuerdos, de la inversión del Estado y del sector privado se concentre en mejorar la educación, que sea realmente gratuita y de calidad para los niños y jóvenes. Invertir en educación e investigación es la clave, así como pagar el déficit a las universidades públicas.

Se requiere que el nuevo mandatario se aplique de manera real y en serio a lo ordenado por la Corte Constitucional frente a que vuelve hacer la salud un derecho por encima del invento del presidente Santos de que era igual de importante que la regla fiscal.

Así mismo, que se den los recursos y una verdadera política de seguridad para las ciudades y centros urbanos que ha quedado al garete en manos de la delincuencia común, de las organizaciones del narcotráfico y de las bandas del crimen.

De primer orden para el mandatario debe ser desarrollar la política pública del agro y del campo, donde se contemple los subsidios necesarios para ciertos sectores, el control a los precios de plaguicidas, fungicidas y abonos -así los laboratorios de las multinacionales se opongan-, la redistribución de la propiedad de la tierra y la entrega masiva de baldíos, especialmente en los departamentos del sur colombiano.

Y, sin lugar a dudas, el fortalecimiento de nuestras fuerzas aérea y naval, pues se iniciará con más ahínco la disputa por los recursos marinos y las riquezas naturales que se encuentran bajo el agua en las plataformas continentales de los dos mares que nos tocan. En eso hay que estar absolutamente preparado con tropa, tecnología e innovación para las disputas que se vienen.

Por último y no menos importante, y así parezca pasado de moda, es necesario volver sobre la enseñanza de cultura ciudadana, cívica, comportamiento y convivencia: es la única forma en que retornaremos a la tolerancia, el buen vivir, el respeto a los derechos individuales y colectivos, bajar los casos de violencia intrafamiliar y las agresiones sin sentido.

Que al Presidente de este cuatrenio le vaya bien y le funcione le cabeza, porque si le va bien a él, nos va bien a todos.

Credito
NELSON GERMÁN SÁNCHEZ PÉREZ –GERSÁN-

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