¿Sobre qué temas legislar?

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Como estamos ad portas de comenzar un nuevo periodo legislativo para los próximos cuatro años en la historia de la nación, y los equipos de los nuevos representantes y senadores estarán armando sus agendas de legislativas, me atrevo aquí a dar unas pequeñas sugerencias sobre temas que importan al ciudadano más que temas rebuscados de cálculos y nombres complicados.

Por ejemplo, una cosa importante para la seguridad alimentaria es la revisión y los ajustes de los tratados de libre comercio firmados hasta hoy en sus componentes de protección y subsidios a productos e insumos que nos llegan. Con eso salvarán el campo, a las familias campesinas y nos alejan de la dependencia de comida de otros. Eso sí que es un buen tema. Además, pueden después sacar réditos electorales de allí, que en última es de su máximo interés y de la dinámica propia de nuestra política.

Otro proyecto sobre el que deberían trabajar rápidamente es el de revivir las horas extras para por lo menos cinco millones de trabajadores colombianos, proyecto al cual se comprometió el presidente Santos en plena campaña reeleccionistas para cautivar calentanos, y después les hizo pistola burlándose de todo el mundo aprovechando el Mundial de Fútbol, porque no movió un solo dedito de los meñiques para que no se hundiera en el Congreso ese proyecto.

Para que no anden descubriendo el agua tibia, otra gran ayuda para millones de familias colombianas -no de ricos como dice torpemente el actual ministro de Hacienda, Cárdenas- es poner freno a la fórmula nefasta de aumento permanente de la gasolina y el ACPM, quitarle tantos colgandejos y sobretasas para mantener la burocracia presidencial que le han puesto, en busca de que las familias se ahorren unos buenos pesos.

Otro tema debería ser un castigo real y severo para los abusos de las empresas de servicios públicos domiciliarios, que hacen lo que se les antoja con el ciudadano por la postura mentecata de gobiernos miedosos y mentirosos como el nuestro ante ellas. Por ejemplo, revisar las exageradas tarifas que son cobradas por reconexión, qué compensación existe cuando el ciudadano paga con unos días de atraso, pero aún sin que se llegue el día de corte del suministro y, sin embargo, las empresas cortan el servicio pese a haber recibido el dinero, y fuera de eso lo obligan a pagar la reconexión, seguramente por el esfuerzo que deben hacer (en el caso de Internet, por ejemplo, apretar un botón para reiniciar un software ¡uff, qué trabajo, que inversión!).

O legislar en un castigo real para acabar las filas, como se está implementando ya en otros países; cada vez que un ciudadano deba permanecer más de 15 minutos haciendo una fila por culpa de la empresa o entidad por falta de personal, de recursos tecnológicos, de problemas internos logísticos y demás, se les tiene que castigar severamente con las pruebas que aporte el afectado. Eso tiene un doble propósito, genera más fuentes de trabajo, agiliza los procesos, evita el estrés y las enfermedades para la gente. Hay que dejar de ser tan institucionalistas y tan obsecuentes con la banca, las empresas de servicios, las grandes superficies, los concesionarios de peajes, con el cuento estúpido de que si hacemos lo contrario nos volvemos comunistas, por ejemplo.

Así como necesitamos las vías de tercera, cuarta y quinta generaciones, que andamos feriando por el mundo como un buen negocio para unos pocos inversionistas, se necesita una verdadera red de vías terciarias y secundarias, en lo cual se podría legislar para buscar recursos y crear una verdadera red vial de orden rural.

No sean rebuscados, complicados, culebreros como Roy o Bennedeti; sean pragmáticos, busquen lo que duele en el día a día a la gente y se necesita mejorar para todos, presionen sobre eso; se necesita más congresistas de provincia y menos de hora nalga capitalina, esa es la clave del éxito.

Credito
NELSON GERMÁN SÁNCHEZ PÉREZ -GERSÁN-

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