Dignidad y poder azul

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Es satisfactorio, más allá de cualquier consideración política, ver cómo los partidos políticos en Colombia enderezan el rumbo, toman nuevos aires, ponen temas transcendentales para la vida del país en la agenda de la opinión pública y se sienten de nuevo importantes, recuperándose del marasmo en que estaban sumidos, para así plantear soluciones para la gente y recuperando la vocación de poder.

Eso es en buena medida lo que parece estar pasando con el Partido Conservador, que afortunadamente y desde que la excandidata presidencial Martha Lucía Ramírez se dio la pela frente los barones electoreros y se rodeó de las bases, de los jóvenes y de nuevos dirigentes de dicha colectividad, dio ejemplo de dignidad, grandeza y templanza que generaron una resurrección de la colectividad azul frente a la ciudadanía. No en vano la señora Ramírez obtuvo más de dos millones de votos en esa contienda, pese a la traición de varios senadores, representantes, concejales, diputados, alcaldes y gobernadores de su propia colectividad que se dedicaron a hacer campaña por Santos o por Zuluaga en su momento.

El hecho de que hayan propuesto temas nacionales para discutir abiertamente como los tratados en el encuentro ‘Camino a las Soluciones’, llevado a cabo en San Andrés Islas, hace unas semanas, muestra que la actitud y mentalidad están cambiando. Puede ser que la juventud, el ímpetu y el vigor de su presidente actual, David Barguil, haya contribuido a mostrar que pueden llegar al poder por sí mismos sin necesidad de difuminarse, perderse o entregar a otros partidos.

Qué bien por un partido de tanta tradición histórica que merecía que tantos dinosaurios, no tanto por lo viejos sino por las posturas anacrónicas de servilismo frente a figuras nacionales políticas o de otros partidos, empiecen a perder protagonismo y preponderancia porque fueron quienes hicieron empequeñecer al Partido Conservador como opción de poder; los mismos, que no permitieron que éste mostrara templanza, orgullo y atrajera a más ciudadanos a la colectividad o convocara a quienes se habían ido cansados de la postura mentecata y arrodillada de esa dirigencia.

En el caso del Tolima, es bueno que esa búsqueda del poder regional y local para hacer las transformaciones sociales que requiere el Departamento haya comenzado desde ahora, y que se escuchen voces que se indignen por llamados que no sean hacia la unidad de todos los sectores azules para limar asperezas, llegar acuerdos, trazar planes programáticos y políticos propios, etc.

Se escuchan opiniones como la del representante Miguel Barreto, quien convoca públicamente a la unidad de sus copartidarios con miras a las elecciones de alcaldes, gobernador y corporaciones públicas del año entrante, como cabeza visible del ala barretista; o de voceros de una parte del otro sector conocido como el ‘gomezgallismo’, que han hecho público un llamado en el mismo sentido, al igual que la franja de conservadores independientes.

Es que hay nombres con grandes opciones por su preparación, conocimiento de lo público y capacidad de trabajo y gestión como el del exgobernador Oscar Barreto Quiroga, quien podría estar en dicha competencia para Gobernación; o la de mi vecino de columnas Jaime Eduardo Reyes, que también aspira a esa dignidad, y quien sería incluso una buena opción para la Alcaldía de Ibagué. O la del exdirector de Cortolima, Édgar Bonilla, o empresarios como Álvaro Montoya, entre otros. Todavía hay tiempo y espacio para seguir sumando nombres a esas aspiraciones, ojalá también de muchas mujeres conservadores quienes podrían cumplir un buen papel en lo público. Pareciera existir un brote de dignidad y poder azul, que ojalá se expanda y sea contagioso.

Credito
NELSON GERMÁN SÁNCHEZ PÉREZ -GERSAN-

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