Colapsados los atractivos

Nelson Germán Sánchez

Es momento, pasada la temporada vacacional que termina hoy, que los gobiernos departamental y municipal concentren sus esfuerzos y sus equipos en diseñar toda suerte de estrategias para que los lugares con vocación o atracción turística de la ciudad y del departamento sean adecuados, organizados y planificados y cuenten con planes de acción adecuados a cada una de las necesidades.

Es bochornoso, triste y decepcionante lo que sucedió, por ejemplo, el fin de semana anterior en la zona del Cañón del Combeima, especialmente en Villarrestrepo y Juntas, donde la vía colapsó por la afluencia masiva de turistas y visitantes, por la cantidad de vehículos sin control que allí ingresaron y se toparon con una infraestructura vial absolutamente inadecuada y falta de capacidad para recibir tal cantidad de automotores.

Una muy nefasta impresión la que se llevaron miles de turistas de otras regiones del país al quedar atrapados en un trancón interminable, el no poder ingresar de Villarrestrepo o Juntas o de allí hacia los distintos sitios que ofrecen servicios de descanso, comida y algunas otras actividades.

Igual sucedió en la zona cercana a las llamadas cascadas de Payandé, en San Luis, donde el común denominador fueron los atascamientos de vehículos, el desorden, la falta de información y la escasa presencia de las autoridades policiales, pero también de las municipales y de la Gobernación del Tolima para entregar información y guía y buscar salidas a la situación.

En otros lugares del Departamento me indican que también se presentaron situaciones similares, porque se sigue viendo la actividad turística como la cenicienta de las administraciones y por eso los pésimos resultados que obtuvimos en los dos gobiernos anteriores, que esperamos no vayan a continuar.

Una verdadera planificación sobre cada destino y atractivo, un ejercicio de prospectiva para analizar variables y construir escenarios en temporada y cuando no es dicha temporada vacacional, pero también de orden y acciones que mitiguen el riesgo a los visitantes, pero que también permitan una estadía o pasadía mucho más cómoda y agradable; que den ganas de volver y recomendar.

Cosas tan simples como un estudio de pesos y cargas sobre el atractivo, que dé las pautas de las medidas que se deben tomar a la luz de lo que soporte cada lugar para no atentar contra la naturaleza y sus ecosistemas, que permitan también seguir haciendo turismo sustentable, que conserven el negocio a futuro porque, al fin y al cabo, es de particulares e inversionistas que pagan impuestos y generan empleo.

Esperamos conocer rápidamente los planes de acción de turismo de las dos administraciones para enderezar el sendero y retomar el camino de lo construido hace unos años, donde se trabajó de manera articulada con gremios, sector privado, asociaciones, prestadores y operadores de servicios.

No se requiere de diseñar más políticas, porque las mismas ya fueron formuladas, diseñadas, adoptadas por acuerdos y ordenanzas hace varios años y seguramente actualizadas a las nuevas realidades jurídicas y sociales de estos cuatro años: se requiere de los planes, programas y acciones para mejorar en sí mismo lugares y servicios directos y conexos del sector. Esperemos no ver a los mismos de hace 40 años haciendo lo mismo que recomendaron a los gobiernos que acabaron de entregar, que dejaron el sector de nuevo como la cola de la vaca. Menos fotos, menos show y más trabajo real hay que pedir a los dos mandatarios y sus equipos.

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