Refrigerios y silencios cómplices

Nelson Germán Sánchez

El país está indignado debido a la denuncia valiente que hizo, a través de imágenes, la profesora Claribeth Rodríguez, docente de la institución educativa Sagrado Corazón de Jesús de Aguachica (Cesar); esta mujer puso en evidencia que a los muchachos tan solo les entregaron refrigerios para tomarles fotos y cumplir seguramente con el informe que deben llenar los contratistas con las respectivas fotos de actividades, para poder cobrar el cheque.

Igualmente, que cuando les daban realmente el refrigerio no llevaban los utensilios necesarios para cumplir con la tarea y, por eso, los niños debían recibir los alimentos en la mano. Los alimentos constaban de un patacón con un huevo cocido. ¡Qué tal!

Ahora, para rematar, están llamando a amenazar e intimidar a la profesora por atreverse a denunciar ese despropósito que ocurría en las narices de muchos, es decir, de los demás profesores, los alumnos, los padres de familia, el rector y directivas de la institución, quienes se hicieron los de la vista gorda con tal acto tan bajo y deplorable.

Es bueno que nos indignemos por ello, que las autoridades investiguen y se castigue a los responsables, pero lo que no podemos es tener una doble moral de rasgarnos las vestiduras con eso, cuando nuestros niños del Tolima y su capital también sufren la ineficiencia de nuestros gobernantes.

Por ejemplo, no es necesaria una investigación exhaustiva para saber que cientos de escolares no reciben tampoco sus refrigerios aún aquí, o que no son los mejores y más nutritivos. Que algunos otros no han ni siquiera iniciado clases, porque los docentes no han sido nombrados o asignados por la Gobernación o las alcaldías. Y no hablo solamente de los municipios alejados, sino en la misma capital del Tolima, donde hay problemas para iniciar clases.

Así mismo, todavía sin transporte escolar, sufriendo toda clase de peripecias para llegar a sus colegios y exponiéndose a los riegos propios de esos desplazamientos dado por los parajes que deben transitar para llegar a las instituciones educativas, están miles de escolares por aquí.

Ni qué decir del estado de muchas escuelas y colegios rurales donde no hay las condiciones dignas para estudiar.

Por eso, a los tolimenses nos debe doler lo que le sucede a los dos mil 400 alumnos del colegio Sagrado Corazón de Jesús de Aguchica, pero mucho más lo que sucede a otros miles en nuestro propio territorio. NO podemos tener un silencio cómplice frente a esa falta de liderazgo y de gestión a estas alturas. Son ya 100 días los que completan los nuevos mandatarios y la gente ya comienza a reclamar más acciones, concreciones, soluciones y menos discursos, fotos, boletines y show mediáticos, en especial en lo que tiene que ver con los niños.

Niños sin transporte escolar, sin iniciar clases todavía, sin salones adecuados ni la infraestructura precisa, sin ‘profes’ nombrados ni las herramientas que se requieren. Por qué nos escandalizamos entonces por lo que sucede allá si aquí la situación es muy similiar o peor. Por qué esa especie de silencio cómplice contra la eneficiacia, la ineficiencia, la casi corruptela y la parsimonia de nuestros gobiernos regional y locales que están más dedicados a lo mediático y las redes que a realidades y ejecuciones que transformen el presente de los tolimenses hacia mejores condicionesde estar y bienestar.

En eso no podemos caer

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