Nos falta

Nelson Germán Sánchez

En la ciudad se han realizado eventos muy interesantes últimamente para discutir distintos puntos de vista sobre la vocación de desarrollo económico que debería tener Ibagué como centro logístico con expertos en economía, realizado por la emisora Ecos del Combeima hace un par de semanas o el foro sobre perspectivas económicas la semana anterior, también liderado por dicha emisora, entre muchos otros eventos de ese corte como el de turismo con operadores latinoamericanos, muestra un marcado interés de preocuparnos tanto por el futuro de la capital del Tolima como por la región.

Sin duda son válidos e importantes dichos espacios de reflexión porque nos ponen en un ejercicio prospectivo frente a lo que se debe hacer, dónde invertir, hacia dónde enfocar los esfuerzos de las inversiones públicas, qué tipo de capital atraer, qué alianzas crear, cuáles redes de conocimiento y cadenas de alianzas promover, es decir, qué decisiones estratégicas tomar. Un aplauso y reconocimiento para quienes concretaron estas iniciativas.

Sin embargo, todo ello se puede ir al traste si no se hace un enorme esfuerzo deliberado y planificado para cambiar nuestra mentalidad y actitud. Enfocar acciones a desarrollar una verdadera cultura de servicio al cliente en nuestra ciudad, que impacta todos los sectores tanto en lo público como en lo privado.

De lo público y sus zonas grises, hablaré después, sobre lo privado me concentraré para llamar la atención de manera especial en la franja de comercio y servicios donde tenemos aún mucho por mejorar. Es nuestra manera de percibir al cliente o lo que ofertamos lo que debe cambiar.

Lo mismo que la forma de atender, los horarios de servicio y el cómo transmitimos la información relevante para quien requiere un servicio o un producto,

Todos hemos escuchado historias de la mala atención que se presta en ciertos establecimientos, o la manera de ignorar a quien entra al lugar por parte de los dependientes, como si se tratara de un autoservicio. Igualmente, como se encuentra usted con un NO o un portazo en la cara si llega faltando 5 o menos minutos para que se acabe el horario de servicio. O trate de preguntar dónde puede conseguir el producto que allí se acabó o no tiene el establecimiento.

Pero no son solo historias, traten de que en algunos de los almacenes dedicados al comercio y arreglo de bicicletas que quedan en la carrera Quinta, los atiendan un domingo a las 12:50 del mediodía o que en algunos de los localizados en los centros comerciales del Centro y de otras zonas de la ciudad, dedicados a vender la ropa, para ver si le indican dónde pueden conseguir una prenda. Muy distinto a la tal criticada cultura paisa, donde le sirven hasta de guía para llegar al otro local.

Ahí sí tenemos mucho que cambiar, aprender, imitar, mejorar para iniciar procesos transformadores de beneficio común y que aseguren el camino del cambio y del progreso para todos. La tarea es enorme pero se debe iniciar sin dilación y si tanto bla-bla-bla desde lo público, como se volvió costumbre por esta época en la región.

Comentarios