Al Cañón en bicicleta

Nelson Germán Sánchez

La idea lanzada por la Alcaldía de Ibagué, frente a que ciertos días y por ciertas horas solamente se pueda subir al Cañón del Combeima en bicicleta, es de las más audaces pero acertadas que se la han escuchado al burgomaestre ibaguereño en sus nueve meses de gobierno.

Digo audaz, porque se trata de romper con la idea de que solo se puede llegar allí en carro, que para que florezca la actividad comercial, gastronómica, de turismo de aventura y contemplación que allí apenas comienza a madurar es necesario que se permita el acceso de automotores.

No sé qué estará pensando el equipo del Alcalde Jaramillo ni el señor mismo, pero con esta iniciativa se está resguardando ni más ni menos que uno de los pulmones de la ciudad de la contaminación y la nefasta influencia del hombre, así mismo, el lugar donde nacen las dos fuentes de agua más importantes de las que se nutre nuestro acueducto municipal (la quebrada CAY y el río Combeima) para preservarlos.

Menos CO2 en esa zona de la ciudad es proporcionalmente más 02 allá y para todos nosotros. Loable desde todo punto de vista. Lo que se debe evitar es que sea un cierre hecho por extreminstas ambientales que luego pretendan vedar todo acceso o declarar zonas de cero presencia humana. Es necesario un equilibro de la postura responsable con el medio ambiente, pero que a la vez no se corten de tajo actividades económicas que permiten generar ingresos, crear empleos, mover la economía local.

Áreas exclusivas para parqueaderos de vehículos dentro del mismo Cañón, un servicio público de bicicletas, negocios de alquiler de las mismas, bicitaxis, así como rutas públicas de vehículos adecuados para el sector turístico, complementando las rutas de busetas ya existentes se hacen necesarios para aplicar desde ya, para evitar que la medida sea traumática y genere un decaimiento de la dinámica propia del Cañón. A futuro, pensar en un cable.

Pero más allá de eso, se trata también de evitar una tragedia que se sabe puede ocurrir en cualquier momento. No sé si de manera deliberada se ha omitido en la discusión pública técnica del estudio que realizaron hace varios años el Igac y otras instituciones sobre la inestabilidad del terreno, la necesidad de tener estudios de carga del suelo para saber realmente cuántas personas deben estar, habitar o visitar el Cañón, para no seguir presionando el suelo y generar una tragedia.

Igualmente, desde la autoridad ambiental regional se había señalado un mapa de riesgos y de zonas de remoción en masa que podrían en cualquier momento arrasar con los poblados allí asentados, desaparecer las vías y cambiar el paisaje. No olvidemos que algunas pocas señales de esto, con su gran poder destructivo, ya se han presentado en el pasado reciente en la zona con tragedias, avalanchas, daños a viviendas e infraestructura y susto para mucha gente.

Por tanto, aunque la idea es acertada es sobre su discusión e implementación que debemos conocer hasta los más mínimos detalles, no sea que por andar a las carreras o querer estar en la “onda de salvemos al medio ambiente” tan mediática por estos días, se implementen medidas chambonas y más perjudiciales para el Cañón. Ojalá no sea así.

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