Flora arbórea de Ibagué

Nelson Germán Sánchez

Quiero aprovechar el espacio de hoy para recomendar a todos los lectores de EL NUEVO DÍA la lectura del libro: “Flora Arbórea de la Ciudad de Ibagué”, escrito por el profesor de la Universidad del Tolima, Héctor Eduardo Esquivel.

El profesor Esquivel es profesor titular de la UT, licenciado en biología y química, además de varios títulos de posgrado en su área de conocimiento. Es una autoridad en el campo de la investigación en botánica, director del Jardín Botánico Alejandro von Humboldt y del Herbario Toli. Poder acercarse a sus libros e investigaciones es una manera diferente de conocer la historia de la capital tolimense.

El libro en mención, por ejemplo, permite adentrarse de primera mano en la realidad de la arborización urbana y qué estrategias debería desarrollar el actual gobierno local para su buen uso. Los aspectos que son necesarios para cualquier intervención que se quiera hacer, también se tratan allí, porque no es el hecho de talar por talar, quitar por quitar o renovar árboles por embellecer.

Todo esto requiere de la selección de las especies adecuadas, que ayuden a ablandar la rigidez geométrica de la arquitectura, que en la Ibagué de hoy pasa por la construcción de edificios por montón.

Saber que ayudan a corregir la austeridad del cemento, resaltan las perspectivas de calles y avenidas, refrescan el ambiente, modifican el paisaje según sea la hora del día, oxigenan el aire, purifican el ambiente de tóxicos y hollín. El vaivén de sus ramas genera sonidos agradables y ambiente fresco.

No es un secreto que requerimos cambiar nuestra flora urbana, ponernos a tono con la exigencia del cambio climático. De renovar especies vetustas en avenidas y parques, que se han convertido en verdaderas trampas mortales por el desprendimiento de sus ramas y follajes causando accidentes a peatones y vehículos.

Por tanto, a pocas semanas de que entremos en el debate de la consulta minera de Ibagué, que bueno tener en cuenta que no se trata solo de cuidar árboles y especies de la Cuenca del Combeima o en “aquel alto, donde nace la quebrada” como decía un viejo comercial de radio; es necesario que contribuyamos a la defensa del medioambiente con la preservación de esos árboles urbanos que tantos favores nos han prestado como: protegernos del sol, de la lluvia o refrescar nuestro andar.

Es por eso que sin lugar a dudas, conocer un libro como el del profesor Esquivel es importante. Se requiere que se convierta en material de estudio entre nuestras y nuestros jóvenes estudiantes de primaria y secundaria -hasta de universidad-, para devolver el verdadero valor, y por tanto, el verdadero cuidado y atención, que se merecen las especies que se mueren a la vista de todo el mundo en corredores, separadores y parques.

Así que es hora de que tanto la Alcaldía como otras autoridades tengan este libro de cabecera, no para dormir, si no para consultarlo y aprender.

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