Grietas

Nelson Germán Sánchez

Sin importar cuál haya sido el resultado del plebiscito de ayer que seguramente, si no se equivocaron las encuestas, ganó el Sí de la refrendación de los acuerdos firmados entre el gobierno Santos y la guerrilla de las Farc en La Habana, para el fin del conflicto y no para la PAZ, como de manera equivocada y premeditada los medios de comunicación se dedicaron a presentarlos durante todo este tiempo, lo cierto es que lo complicado de todo comienza hoy.

La exposición que vienen teniendo las Farc en los últimos días ha causado un efecto contrario a lo que algunos esperaban. Pretendieron generar una especie de inoculación a la fuerza sobre los colombianos para que los vieran de otra manera, pero la gente ha venido recordando los capítulos atroces cometidos contra niños inocentes, campesinos y empresarios por estos hombres. Las posiciones se han radicalizado y la gente ya entendió que el perdón es personal y no colectivo, que no se impone por documentos o propaganda, sino que debe hacerse individual y personal, lo que complica más la situación.

El chantaje entre amigos y enemigos de la supuesta Paz terminó ayer, ¡por fin! Por tanto, la tarea difícil inicia hoy en realidad y es la de tratar de generar espacios de tolerancia más que de reconciliación, porque la segunda requiere del perdón sincero que no se ha logrado masivamente.

Es sobre esa tolerancia que empiece a cerrar las brechas entre quienes apoyaron el proceso, quienes no, quienes no se expresaron así estuvieran en contra o a favor, sobre lo que se hace necesario buscar fórmulas creativas. Porque todos siguen viviendo en el mismo país, con las mismas actividades y estarán cruzados en lugares, funciones, accederán con su postura ideológico y su sentir a cargos disímiles de poder en los años por venir, y si la tolerancia no se ha vuelto norma, pues el polvorín puede volver a estallar con pensamientos de izquierda, de derecha y de los politiqueros desde las regiones y del centro del poder del país, de formas más irracionales pero  sofisticadas.

Por eso, es necesario conocer desde hoy cuál es la estrategia del Gobierno, de las universidades, de los gremios, de la sociedad civil para convertir a la tolerancia en una especie de norma de conducta o de convivencia, casi que una nueva categoría de la cultura ciudadana, basada en el respeto por la postura del otro frente a este proceso de negociación, así como al que se dará con el ELN en los meses por venir.

Pasada la euforia, la calentura, las fotos, el debate informativo y la muestra del tufillo de triunfo que lleva casi una humillación del adversario político frente a que gané con el Sí, usted perdió con el No o viceversa, es necesario abordar el tema de la tolerancia con cabeza fría para evitar no solo una polarización más radical, sino un desmadre por cualquier situación tonta, intrascendente o coyuntural, que lleve a una nueva confrontación armada desde la intimidad de los círculos vitales que luego se cuele a la sociedad como tal.

Por tanto, es necesario trabajar desde ahora en comenzar a reparar las grietas del “pos-blebiscito”, para irnos metiendo en el país del pos-acuerdo. Qué tipo de resane, pegamento y material vamos a utilizar para que las grietas no se conviertan en enormes y profundos hoyos que no haya luego con qué repararlos en el tejido social del país. Así que como diría el maestro de albañilería: “Manos a la obra”.

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