Primero al No, ahora al Sí

Nelson Germán Sánchez

 

Tal parece que en el país decir No o votar No se convirtió en una tragedia. Ya no se puede utilizar aquel viejo adagio de: “No también es una respuesta”, porque usted podría salir crucificado.

Y en buena medida, ya lo he dicho en otras publicaciones, que al No se le cargue tanta bronca hoy es en buena medida por la irresponsable y mezquina actitud informativa, falta de neutralidad, rigor y equidad, que esgrimieron varios medios de comunicación en el último mes previo al plebiscito en el que perdió el Sí. Como lo dijo Juan Gossaín hace varios años, fue deplorable ver a medios y periodistas en el mismo “fango que a los políticos del país”.

El jugársela de manera descarada por una de las dos opciones (el Sí), anteponer sentimientos personales antes que su deber profesional de informar y permitir que el colombiano sacara sus conclusiones y tomara una postura propia, los puso en ese fango. Perdieron en credibilidad y respeto del ciudadano.

Haber generado y estimulado todo un clima de agresión, ataques personales, descalificaciones previo a la votación sobre quienes votarían el No. Pensando tal vez, que quienes lo hicieran serían calificados de uribistas, residentes del ubérrimo, paracos, enemigos de la paz, asesinos, insensibles, y demás epítetos, y ese señalamiento público los detendría. Cuando nada más distinto a la realidad, porque ni militantes del Centro Democrático eran. Por el contrario, gente trabajadora, honesta, honrada y buenas personas como el que más.

Pese a tanto apabullamiento sistemático de medios y periodistas imponiendo el Sí a la fuerza, tal vez generó el efecto contrario en los más de seis millones de compatriotas del No. Los hastió, se les volvió carma escuchar noticias, leerlas o verlas, por ese espectáculo deplorable de periodistas en descarada campaña electoral señalándolos, diciéndoles qué hacer, cómo hacerlo, cómo votar, generándoles pánico permanente sobre el resurgimiento de la guerra urbana con entrevistas teledirigidas, historias de vida solo de una de las partes del conflicto y titulares subjetivos.

Preocupante que algunos medios de comunicación se volvieron no cajas de resonancia política, sino las cajas políticas en sí mismos. Se portaron como directorios partidistas, olvidaron su deber moral de ser equilibrados, neutrales, ponderados, informar de buena fe desde todos los puntos de vista del hecho y se casaron con una sola postura, por más que todos creyéramos que era el mejor.

Pero los colombianos parecieron reaccionar de forma distinta e irse por los mensajes sencillos y contundentes de otros sectores que expresaban un No. No solo escucharon las voces del hoy odiado (no sé si más bien sacrificado por los suyos) Juan Carlos Vélez, del Centro Democrático, quien casi que reconoció que de forma ruin se envenenaron los mensajes creados para un sector frente al plebiscito. Por fortuna estuvieron también personas respetables como el abogado y exalcalde de Bogotá Jaime Castro, quien siempre dijo que votar No no significaba ser uribista, en lo que tenía mucha razón. Como él, juristas destacados bajo el nombre “Mejor No”, explicaron de manera tranquila y profunda en algunos medios de comunicación, en universidades y eventos gremiales lo que pensaban.

Por tanto, es mezquino e irresponsable lo que algunos medios, editorialistas y periodistas siguen señalando frente a que el No ganador es uribista, de Ordóñez o de ese Vélez exclusivamente, cuando allí estuvieron muchos que no van con esas doctrinas fundamentalistas.

Continúan ciegos de su propio ego, de su orgullo, del dolor, la ira, que nos les permite en un acto de grandeza tener la humildad necesaria para reconocer que la embarraron al tomar partido de manera pública al informar, que faltaron a su deber para con la ciudadanía, a los principios elementales de la ética, la moral y la deontología periodística.En esa reprochable comportamiento estuvieron las llamadas figuras del periodismo nacional, basta con revisar sus páginas y notas en la web, lo mismo que varios de los nuestros en la ciudad.

Incluso los últimos días todavía parecían cargar una especie de rabia insoportable en su corazón contra los colombianos que no quisieron tragar entero sus publicaciones mediáticas; en una actitud soberbia como cuando alguien cree  tener la capacidad intelectual para entender algo y mira al otro de soslayo porque piensa que su interlocutor no la tiene. 

Que lección y bofetada la dieron a estos y otros psudofensores de la libertad de expresión e información, de la democracia, la convivencia, la tolerancia y el perdón, los universitarios que salieron a marchar unidos diciendo que el SÍ y el NO acabaron, y todos queremos la Paz estable y duradera. A trabajar, mejorar lo que se pueda de esos acuerdos y pa´lante, dijeron los jóvenes. Qué pensarán en su interior, en la soledad de su conciencia esos periodistas, directores, columnistas, opinadores y editores que no han querido reconocer su embarrada y ni un solo “mia culpa” han esgrimido. No se han escuchado debates estos días sobre esa falta y falla, a parte de unas pocas columnas.

Los editorialistas y periodistas escondidos tras el escudo del derecho de difundir  información.Ojalá esto que pasó, y ahora que quedó al descubierto cómo se comportan, actúan y piensan en algunos temas y momentos transcendentales de la historia del país varios medios de comunicación y periodistas, sirva de lección para mejorar y enderezar el camino porque es por el bien de todos y los medios de comunicación son fundamentales para fortalecer la sana convivencia y nutrir la democracia. Por último, felicitaciones al Presidente Santos por el premio Nobel de Paz, es un estímulo para lograr la paz duradera que todos los colombianos queremos.

En el caso local, ojalá esa falta de rigor periodístico no se vaya a repetir con la Consulta Popular Minera del 30 de octubre, y entonces ahora se ataque a quienes van a votar SÍ de ser lo peor, depredadores del ambiente, matones o vendidos a Anglo Gold; pero que tampoco se vaya a descalificar o injuriar a quienes promoverán el NO en una concepción defensa del medio ambiente. Medios y periodistas: ¡Equanimidad! Por Dios.    

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