Organizaciones TEAL

Nelson Germán Sánchez

Hace pocos días escuché y leí en medios de comunicación sobre que Ibagué le apuesta a la sostenibilidad. Eso parece más bien un cuento chino o vasco.

Que se espera que la capital tolimense sea una ciudad verde, agradable para vivir y de economía sólida, a partir de un estudio que pagó la Alcaldía a una consultora que comprende riesgos naturales, cambio climático y cultura urbana, para poder hacer parte del proyecto Ciudades Sostenibles y Competitivas Sustentables, el año entrante.

Que vaina con algunos de nuestros paisanos, que demuestran que nosotros los ibaguereños nos hemos acostumbrado a bañarnos primero para después vestirnos o enjabonarnos encima de la ropa.

Hombre para lograr eso tan bonito, tan rimbombante que se presentó, tan descresta calentanos dónde está la apuesta pública y privada por comenzar a implementar la cultura de organizaciones Teal en la ciudad.

O aunque sea organizaciones tipo verde, o naranja avanzado, como dijera el creador de este modelo de organizaciones, Federick Laloux, quien las concibe no como empresas, sino como seres vivos que permiten potencializar el lado humano, están llenas de vida, de significados, que además potencian su lado creativo. Laloux las ve como “ecosistemas”, trayendo con ello al mundo de la organización y de administración en una especie de sentido metafórico el comportamiento y las leyes de la naturaleza.

Pero para que las organizaciones lleguen a esta especia de estado superior, deben haber cruzado por sus estados verde y naranja, que denotan en el ser humano una conciencia y moral superior, distante de la lógica impuesta por el consumismo, el capitalismo y, por supuesto, surgidos de la propia necesidad humana dada la creciente desigualdad económica y social.

Por eso, me parece un poco absurdo e irresponsable pensar que entonces tendremos una ciudad que desde lo público y lo privado –pese a nuestras rígidas estructuras jerárquicas y tradiciones de poder dominante en los gremios y la política aún- se vayan a lograr equipos auto-organizados o guiados por algunos coaches, dentro de sus estructuras.

Coordinaciones ad hoc que solo se den cuando surgen necesidades, acabando con la larga tradición y el pasado lastre cultural nuestro de las reuniones para todo, eventos por doquier, convocatorias, consejos comunales, inauguraciones, etc. No lo veo.

Tampoco que en cuanto a proyectos se refiere, la gestión de los mismos sea radicalmente simplificada. Que no tengan directores, todo se maneje por staff propio para los mismos, donde ellos desarrollen las funciones o estas las hagan puro voluntarios.

Que decir, en la transmutación que se debe hacer en cuando a recursos humanos, en cuanto a que la capacitación se dé de manera libre y responsabilidad personal, que no existan títulos de trabajo, así como que las funciones sean fluidas en vez de descripciones de trabajos fijas como hoy.

Igualmente, en cuanto tiene que ver con la flexibilidad y compromiso con el tiempo, que se haga a través de una conversación honesta sobre dicho compromiso individual de tiempo en el trabajo vs. otros compromisos significativos de la vida. Con una alta flexibilidad en las horas de trabajo, siempre y cuando se cumplan los compromisos.

Pues todo esto que Federic Laloux, plantea en Reinventar las Organizaciones, no creo que sea posible así como así en Ibagué, sin tener en cuenta el sentido mismo de esa filosofía. Que pena pero alguien lo debe decir.

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