Arroz

Nelson Germán Sánchez

Sería caer en lugares comunes referirnos a la importancia que para la economía del Tolima y su desarrollo tiene el cultivo del arroz o su participación en nuestro Producto Interno Bruto, a más de todo lo que implica en el encadenamiento comercial a mediana y pequeña escala para al menos 15 de nuestros municipios y la propia Ibagué por su meseta.

Por eso, creo necesario que desde los medios de comunicación se haga un ejercicio de memoria para los ciudadanos de lo que significa y ha significado ese cultivo para nosotros a través de todos los eslabones de su cadena, desde el que arrienda o tiene la tierra, el agricultor, el molinero, el empaquetador, el comercializador del grano y todos aquellos que directa o indirectamente viven de la producción del mismo suministrando insumos, maquinaria o productos conexos.

Son miles de familias, desde las más encumbradas y encopetadas, hasta las más humildes, las que viven y subsisten de este producto básico de la canasta familiar colombiana; por tanto, es necesario y pertinente recordarnos a todos los tolimenses y demás colombianos que esa lucha por mejores precios de siembra, incentivos de almacenamiento, rebaja de insumos, subsidios a cualquiera de las fases, rebajar las importaciones, algo de protección pese a los acuerdos comerciales y tratados internacionales es importante, y se tienen que conocer y difundir para que se entienda el porqué de la protesta.

Ahora, que se produjo una tregua en las manifestaciones y bloqueos en vías del país, sería pertinente que se informara de las necesidades y dificultades que deben sortear los arroceros en toda la cadena para colocar las bolsas en los estantes de tiendas y grandes superficies. Que no se protesta o se exige por poner de mal genio al presidente Santos y su nuevo Ministro de Agricultura, sino por que los acuerdos pactados en los paros anteriores se cumplan y el Gobierno deje tanta inacción, tantos kilómetros de baba discursiva, y se dedique a generar apoyos y acciones en pro de este segmento del campo colombiano.

Que se entienda, de una vez por todas, que la verdadera paz se construye desde la provincia, el campo, con las manos y el sudor de quien cosecha, del que invierte en infraestructura agrícola o agroindustrial o en poder comercializar un producto. El resto es lo mismo de siempre, seguir pensando que todo se trata de que “los acuerdos son para cumpliros representante Rodrigo Lara”, como si con eso se construyera paz real, de la que sirve, de carne y hueso.

Por eso, es hora de salir de esa trampa con tinte de chantaje en que se nos quiere tener a todos los colombianos, entretenidos con falacias e inventos de que lo más importante es haber firmado un acuerdo con las Farc, que ese debe ser el tema de la campaña electoral próxima, guerra o paz, defensa o no de los acuerdos y cosas ridículas e intrascendentes que solo le interesan a los rancios politiqueros de siempre, a los corruptores del erario; mientras que los temas realmente transcendentales como mantener el sector agrícola, el sector productivo, los puestos de trabajo activos, la economía de las regiones fuertes, se esfuerza el Gobierno nacional y sus compinches para que no ocupen el panorama informativo nacional, cuando es saber sobre el bienestar del campo lo que realmente importa.

Por fortuna, ya millones de colombianos entendemos cada vez más que no podemos seguir dejándonos entretener con el cuento Santos - Farc y con los supuestos “enemigos de la paz”, sino que con ahínco exigimos que se le preste real atención a lo que así se lo merece tal como, en este caso, lo que viven los arroceros tolimenses y colombianos. El otro es un tema que simplemente debe seguir su curso y punto.

–Gersan-

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