“Barrer”, el verbo de moda en estos días

Las palabras también tienen sus temporadas, es decir, aquellas épocas en que siempre son mencionadas por hablantes o escritores.

La palabra “crisis”, por ejemplo, tuvo durante el año 2011 su mejor periodo, pues fue coreada en todos los continentes y provocó la caída de varios mandatarios que se creían insustituibles y hasta el asesinato de algunos de ellos.

En ese sentido, mientras combatía la resaca de fin y comienzo de año, me propuse encontrar aquel término que estuviera en boga en Colombia y no me fue difícil porque “barrer” resonaba por todas partes.


La primera acepción de “barrer” establece que este verbo transitivo significa “quitar del suelo con la escoba, el polvo, la basura, etc.” y eso fue precisamente lo que se hizo la semana anterior en muchos lugares de Colombia.


Se barrieron las alcobas, las casas, los jardines, las calles y los parques, como práctica de un rito ancestral emparentado con los agüeros y con  la ilusión de recibir el nuevo año, libres del lastre y la basura acumulada durante las cincuenta y dos semanas pasadas.


Una vez posesionados los nuevos gobernadores y alcaldes, iniciaron ese proceso de barrer con los empleados nombrados por sus antecesores, en uno de los actos más mezquinos de la politiquería colombiana, como es el de pagarle a los activistas y votantes con puestos en la administración pública, desconociendo cualquier criterio de transparencia, idoneidad  y meritocracia.


Se trata de “no dejar nada de lo que había”,  es decir, “barrer” con los contrarios, porque para eso se es triunfador.


Otra de las acepciones del verbo es “Acabar, terminar con algo o alguien, eliminar, destruir“ y eso lo hicieron quienes se dedicaron a accionar el gatillo o a dejar caer las bombas para “barrer” físicamente  a sus enemigos.


También lo hicieron algunos amantes inseguros, que en un acto de melancólico romanticismo decidieron, en medio de su naufragio etílico, romper las ataduras, destruir los nexos y limpiar las esquirlas de una relación agonizante.


Impulsado por ese auge de la palabra no me podía quedar atrás y me dediqué también a “barrer” en el computador los archivos que ya no significaran nada, o que me recordaran experiencias desagradables, por ejemplo la agenda de reuniones laborales.


Luego pasé a eliminar los correos recibidos y con cierta nostalgia o con placer sádico. Borré cadenas de oraciones con premios incluidos, promociones de afrodisíacos, ladrillos conceptuales, videos autopromocionales y hasta ofertas de seguros funerarios.


Solo dejé lo estrictamente necesario. Por eso lo invito a que usted, amigo lector, también conjugue y practique el verbo de moda, no importa si esta columna cae en esa brigada de aseo.

Credito
LIBARDO VARGAS CELEMIN Profesor Asociado UT

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