El “Yo también” llega a la academia sueca

libardo Vargas Celemin

El movimiento # Me Too, que traducido al español se conoce como “Yo también”, surge en los Estados Unidos cuando la actriz Allysa Milano escribió en octubre de 2017, un llamado a las mujeres para que denunciaran las agresiones y acosos sexuales infligidas por algunos personajes. Este ”hastag” se vuelve viral, según eufemismo de las redes sociales, a partir de las denuncias contra el productor cinematográfico Harvey Weistein, a quien más de ochenta mujeres denunciaron. Aunque no ha sido condenado, este magnate del cine ha recibido como sanción moral la expulsión de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográfica y su nombre se volvió la imagen del abuso sexual masculino en el mundo.

Este movimiento se convirtió, según El New York Time, en la noticia más importante del año anterior. El coraje de las mujeres ha ido creciendo hasta el punto de que son numerosos los políticos, actores, militares, clérigos, académicos, es decir, hombres de todas las profesiones, los que, prevalidos de su poder, que otrora los hacía inexpugnable, ahora están en el ojo del huracán.

El movimiento “Yo también” ha logrado cifras interesantes de seguidoras en el mundo. Más de 80 países han hecho de estas denuncias, un mecanismo efectivo para lograr avances en el respeto de los Derechos Humanos y especialmente en los de la mujer. Y fue gracias a este despliegue que dieciocho mujeres se atrevieron a denunciar las andanzas de un “alto ejecutivo cultural” adscrito a la Academia Sueca.

La presión de muchas mujeres llevó a las autoridades suecas a dar el nombre del victimario (contrario a lo que ocurrió en Colombia, por ejemplo con la denuncia de Claudia Morales que continúa en silencio), se trata del fotógrafo y dramaturgo Jean Claude Arnault, quien además es el esposo de la poeta e integrante de la Academia sueca Katerina Frostronsson. Esto generó la renuncia de ocho de los dieciocho miembros de la Academia, lo que imposibilita que se tomen decisiones frente al ganador del premio de 2018, pues se necesitan doce votos. Debido a lo anterior se tomó la decisión de no entregar el premio este año y hacerlo el próximo.

Los circunspectos académicos suecos están envueltos en lo que ellos mismos han llamado “crisis de confianza” y por eso se van a dar una pausa para recuperarla. Van a modificar los estatutos que datan desde 1786, año de su fundación, para terminar con los cargos vitalicios. También concluirán las investigaciones sobre los subsidios otorgados a Arnault y a su esposa, para adelantar actividades en un centro cultural privado e igualmente reformar aspectos sobre la confiabilidad del concurso cuestionado en los últimos años.

¿Qué tal que en Colombia siguiéramos este ejemplo para extirpar acosos y corrupción?

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