Las cartas y la ficción

libardo Vargas Celemin

Hay millones de cartas que no llegan a su destino. Unas veces porque no se escriben, otras porque se escriben y se rompen y muchas más porque se envían por el correo y jamás se encuentra la dirección. Aunque en nuestros días ha disminuido la importancia de las cartas, por el avance de la tecnología, no dejan de presentarse “curiosidades” en la realidad, que parecen ficción.

En Colombia hay un caso emblemático, García Márquez escribió el drama de un coronel, personaje que se pasó 15 años de su vida esperando una carta en la que le reconocieran su pensión, pero nunca llegó. Esta pequeña novela, que el mismo Gabo consideró su obra maestra, se sigue repitiendo diariamente y miles de colombianos esperan una carta que es posible que nunca llegue.

Un hecho increíble acaba de suceder entre nosotros. Este 28 de enero nos enteramos de un nuevo escándalo, porque se dio la noticia de que la “carta rogatoria” dirigida al Departamento de Justicia en Washington, solicitándole el envío de las pruebas que supuestamente comprometen al exguerrillero de la Farc, Jesús Santrich, a quien se le acusa de ser narcotraficante, no ha llegado a su destinatario y el proceso de extradición entra en un dudoso estado de revisión, a pesar de que los términos legales se han vencido.

Aunque estamos familiarizados con el realismo mágico, a veces nos cuesta trabajo diferenciarlo de la realidad. Afortunadamente no hemos perdido del todo el asombro ante situaciones como esta, donde los recelos apuntan a las oficinas del alto gobierno. No podemos negar que una atmósfera de desconfianza contra los representantes del poder, producto de las mentiras y exageraciones de la última campaña presidencial, nos llevan a inferir que algo turbio se maneja y que las tales pruebas no existen o hasta ahora se están diseñando por los expertos en montajes con que cuentan los enemigos de la paz.

La Ministra de Justicia informa que se adelantará una “exhaustiva investigación” para establecer los responsables de estos hechos, donde supuestamente parece que están implicados funcionarios de la empresa estatal 4-72, cuya eficiencia ha quedado en entredicho. A lo mejor encuentran un culpable y nada de raro que sea el mensajero que llevó el documento a las oficinas del correo y veamos al Fiscal entregando un pormenorizado informe de los acontecimientos.

Es posible que alguna despistada funcionaria de alto rango nos diga que le recomendaron conversaciones con el detective Augusto Dupin, creado por Poe, con el fin de contratarlo para que devele el misterio de la carta extraviada. También puede suceder que digan que Minjusticia ya no viaja a llevarla personalmente, porque le han encomendado esta misión al señor Rowan, el mismo que le entregó “La carta a García”

lcelemin2@gmail.com

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