Ritos de temporada

Todavía no se conoce de acuerdo entre las centrales obreras y los empresarios discuten con el Gobierno las razones por las que consideran que no deben pagar más impuestos. Igual ocurre con el Gobierno, que solo aventura cálculos sobre crecimiento económico, inflación objetivo y balanza comercial.

Como es tradicional el país se acomoda a los ritos de temporada por el remate del año: las velitas, los quemados con pólvora, los buñuelos y la natilla, los aguinaldos, las novenas, el Niño Dios, los inocentes y la definición del incremento del salario mínimo.

En efecto, a más de los gratos potajes, las diversiones ancestrales y los afectados por la terquedad, las partes se aprestan a presentar sus aspiraciones, sus propuestas y sus negativas, para definir una determinación que ha de tener múltiples y notorios efectos colaterales a lo largo de 2015.

El salario mínimo, a más de regular la remuneración mensual para no menos de un millón 200 mil colombianos, sirve para tasar multas, evaluar perjuicios, determinar sanciones, establecer atribuciones, calcular impuestos y otro montón de definiciones que han de regir la vida de los colombianos por no menos de 12 meses.

Como es tradicional, cada una de las partes intervinientes (Gobierno, trabajadores y empresarios) llega a la mesa con sus argumentos, sus cifras, sus cálculos y sus interpretaciones sobre el pasado y lucubraciones sobre el futuro que, las más de las veces, llevan a un callejón sin salida, pues no se ponen de acuerdo, por lo que, agotadas las instancias, corresponde al Gobierno establecer por decreto la cifra mágica.

Todavía no se conoce de acuerdo entre las centrales obreras y los empresarios discuten con el Gobierno las razones por las que consideran que no deben pagar más impuestos. Igual ocurre con el Gobierno, que solo aventura cálculos sobre crecimiento económico, inflación objetivo y balanza comercial.

Como es usual los primeros zafarranchos se producen cuando alguna de las centrales obreras (en esta ocasión la CUT) da a conocer sus aspiraciones, que para 2015 calculan en un incremento del 12 por ciento, que se configura con un 4 por ciento por cuenta de la inflación (?), un 4 por ciento de productividad (?) y un 4 por ciento de su contribución al crecimiento económico (?), por lo que el aumento esperado llegaría casi a los 74 mil pesos mensuales, menos de dos mil 500 pesos diarios.

Por supuesto que la petición encontrará todas las objeciones: caída de las exportaciones, baja del petróleo, ébola, aumento de los impuestos, fenómeno de ‘El Niño’... Hasta cuando el tiempo se agote, las diferencias se tornen inmanejables y, como hay elecciones de por medio, el Gobierno saque del cubilete la cifra que rondará el 4 por ciento y colorín colorado, el año habrá acabado.

REDACCIÓN EDITORIAL

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