Editorial: Cifras básicas al garete

El asunto no se limita a productos enviados al exterior ya que casi nadie conoce que uno de los rubros de producción minera más importante (si no el más importante) lo constituye los materiales de aluvión usados en la construcción y, particularmente, los enviados a Bogotá para solventar los procesos de urbanización de la capital.

Mucho se especula sobre la mínima capacidad exportadora del Tolima y se busca encontrar las razones de esa falta de proyección en un elemento básico para la competitividad en un mundo interconectado.

Hay elementos subyacentes que logran hacer más pronunciada esa situación (de suyo precaria): las exportaciones de café se registran como originadas en regiones diferentes al Tolima y se carece de una marca, referencia o denominación de origen para la rubiácea producida en el departamento, a pesar de que los caficultores de la región ganan consuetudinariamente los torneos de calidad o el grueso del café exportado a Alemania proviene de cosechas recogidas en la región.

Igual sucedía (¿sucede?) en el apogeo de las exportaciones de textiles y confecciones producidas en la región, que resultaban registrados como originados en otros departamentos por la carencia en el Tolima de una oficina gubernamental especializada en tales trámites.

El asunto no se limita a productos enviados al exterior ya que casi nadie conoce que uno de los rubros de producción minera más importante (si no el más importante) lo constituye los materiales de aluvión usados en la construcción y, particularmente, los enviados a Bogotá para solventar los procesos de urbanización de la capital.

En un gran porcentaje arenas, gravillas y piedra se sacan de minas del departamento y, principalmente, de quebradas y ríos del Tolima, con tremendos y nocivos efectos sobre el entorno y las fuentes de agua y vida.

Los productos mineros son transportados mediante una impresionante flota de vehículos de gran peso que afectan las carreteras de la región, usan una ruta alterna que les permite no pagar peaje, ni siquiera contribuyen con regalías a los municipios afectados y nunca registran en el radar de las estadísticas departamentales, bien para reclamar pagos o exigir reparaciones.

Cualquier prospección que pretenda sacar de la crisis al departamento debe basarse en cifras confiables y programas sustentados en información válida.

REDACCIÓN EDITORIAL

Comentarios