Editorial: La posibilidad de lo imprevisto

A lo mejor piensa el gran conductor que ese dinero le servirá de combustible para torcer el pescuezo a la voluntad popular de aquí a diciembre y si no, siempre quedan opciones como el estado de excepción, un conflicto con Colombia o la simple cancelación de las elecciones.

A las dos de la tarde se reunirán en Quito los presidentes Santos y Maduro para otear fórmulas que permitan solucionar la crisis que se vive en la frontera común.

Los presidentes Vásquez y Correa servirán de testigos y mediadores de la reunión en Carondelet, que se antoja tiene prospectos muy pesimistas de acuerdo con lo ocurrido en los días previos. El tono ha subido y y no son solo Maduro, Cabello y la canciller Rodríguez los que lanzan epítetos y califican de mentirosos o producto de montajes las escenas de los más de 20 mil colombianos expulsados, deportados o huidos de Venezuela por las arbitrariedades del Gobierno bolivariano. A los tres se han unido los 28 ministros, los 10 vicepresidentes, los gobernadores del Zulia y el Táchira, tres de los dos mil generales y hasta el jefe de bomberos de Maracaibo.

Para añadirle fuego al candil se han presentado tres sobrevuelos de la fuerza aérea bolivariana (negados por el comandante de la fuerza), más una inversión en caliente de la Guardia Nacional Bolivariana en el corregimiento Majayura, en Maicao, en la que quemaron una moto y cerca de 40 unidades dispararon armas de largo alcance.

De la misma manera, muy cerca de la frontera y, según cuenta la fuerza aérea del país vecino, uno de los 24 costosos y sofisticados aviones Sukhoi 30 MK de fabricación rusa, comprados en 2008 por el fallecido coronel Chávez, se vino a tierra cuando perseguía una avioneta y en el incidente murieron dos avezados pilotos. La reacción de Maduro ha sido: “Compren más aviones”. Tal vez envalentonado por los cinco millardos obtenidos tras lamerle las garras al dragón chino y haber pignorado, aún más si cabe, la maltrecha riqueza petrolera de Venezuela.

A lo mejor piensa el gran conductor que ese dinero le servirá de combustible para torcer el pescuezo a la voluntad popular de aquí a diciembre y si no, siempre quedan opciones como el estado de excepción, un conflicto con Colombia o la simple cancelación de las elecciones.

Como ya se ha dicho, nadie puede predecir lo que vaya a suceder en Quito y todas las sombrías predicciones terminan en abrazos, promesas de amor eterno y renovación de votos entre mejores amigos. ¿No que esta es la región del realismo mágico?

REDACCIÓN EDITORIAL

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