Editorial: A pleno sol

El Gobierno ha decidido liquidar el esperpento y trasladar los 4.6 millones de usuarios de Saludcoop a Cafesalud (que también tiene su pasado y nexos con Palacino) tras varios años de abusos, malos tratos y pésima atención a más del colapso del sistema de salud

A la vista del Gobierno nacional de la época, con el contubernio de todos los entes de control y en medio de la más completa impunidad se produjo uno de los mayores latrocinios de los que se tenga memoria en los anales del país y, para mayor alevosía, se llevó a cabo en el sector salud con terribles consecuencias para millones de colombianos: el saqueo de Saludcoop.

En efecto, una pandilla de avivatos liderada por el tolimense Carlos Gustavo Palacino, aprovechando la desidia gubernamental y los resquicios de la malhadada Ley 100, se dio trazas para, en unos pocos años, concentrar billones de pesos provenientes de los bolsillos de los colombianos destinados a la atención de sus familias y de ellos mismos para consolidar una satrapía que actuó por años a plena luz del sol, sin que los reclamos y advertencias de numerosos sectores, registrados en los medios nacionales, tuvieran algún efecto y lograran mover a la acción a los funcionarios en defensa de los recursos de la comunidad.

Lo que debía emplearse en la atención de la salud de los usuarios se malversó en una cadena de entidades, dentro y fuera del país, mediante las cuales se integraba vertical y horizontalmente a la entidad y se derivaban beneficios ilegales y directos para Palacino, su familia y validos.

El salario con lo abultado e irregular (90 millones de pesos mensuales) era lo de menos, por doquier surgían prebendas y participaciones en los múltiples negocios de Saludcoop: compra de lotes y propiedades a sobreprecio, construcción de oficinas e instalaciones médicas con costos desorbitados; aquí un negocio de lavado de ropa hospitalaria, allí el negocio de alimentación de las clínicas, en este lado el contrato de los sistemas de la entidad, la compra de equipos y dotación de todos los negocios.

Pero allí no paraba el asunto: con estrafalarios costos se contrataba a cantantes y orquestas internacionales para funciones particulares, se patrocinaba un campeonato nacional de baloncesto y se construía en el Meta un complejo hotelero y vacacional de lujo, con campo de golf, para el disfrute de Palacino y su combo. Y si uno de sus muchachos pretendía convertirse en cantante popular, pues allí estaban los recursos de Saludcoop para contratar músicos, productores y salas de grabación.

El Gobierno ha decidido liquidar el esperpento y trasladar los 4.6 millones de usuarios de Saludcoop a Cafesalud (que también tiene su pasado y nexos con Palacino) tras varios años de abusos, malos tratos y pésima atención a más del colapso del sistema de salud. Mientras Palacino juega golf en Villavicencio y nadie asume un descalabro anunciado, estimado en billones de pesos y el sufrimiento y la angustia de millones.

REDACCIÓN EDITORIAL

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