Editorial: Veinte años

Debe resaltarse que el mantenimiento del acuerdo y los avances materiales no han contado con apoyo significativo de los diferentes gobiernos, pero su mensaje sí ha calado en la comunidad que les ha permitido a sus miembros salir del meollo del dolor, la angustia y el odio, todo incrustado dentro de una cosmogonía milenaria.

Es realmente incomprensible la razón por la cual un evento ocurrido hace veinte años en territorio de Gaitania en el municipio de Planadas no ha tenido la difusión requerida y, más extraño aún, que no hubiera sido replicado en otros lugares del país que padecían similares confrontaciones.

El 26 de julio se conmemoran los primeros 20 años de la firma del documento denominado Acuerdo de Paz entre la Comunidad Indígena Páez de Gaitania (representada por el Cabildo Gobernador Virgilio López Velazco) y el Frente Joselo Lozada de las Farc-Ep (representado por su comandante Jerónimo Galeano). Testigos de excepción fueron Delphine Vann del Comité Internacional de la Cruz Roja y Monseñor José Luis Serna Alzate, delegado de la Conferencia Episcopal Líbano-Honda.

Los Nasa, parte de la etnia Páez, habían comenzado a llegar al territorio, conocido hoy como Gaitania, desde comienzos del Siglo XX, en busca de las tierras que les eran arrebatadas o negadas en el Cauca. Actualmente habitan el Resguardo Indígena 725 familias que albergan en 10 mil hectáreas a más de tres mil doscientas personas.

Por el otro lado, las Farc se originaron en parte de los miembros de las Columnas de Marcha que partieron de Villarrica acosadas por los bombardeos del gobierno y se asentaron como guerrilla en la zona de Marquetalia, allí formaron una comunidad de resistencia que no solo era autosuficiente, sino que sus excedentes los enviaban a otros frentes de los denominados “comunes”. Allí nacieron las Farc en 1964 y más tarde fueron atacados por tierra y aire en el gobierno de Guillermo León Valencia señalados de haber establecido una “república independiente”.

Tras años de trámite en el año 1984 fue creado el Cabildo de Gaitania que por años presentó confrontaciones con las Farc con saldo de muertos, heridos y penalidades en una guerra, como todas, estéril. Ante lo absurdo del conflicto los dirigentes de los dos grupos iniciaron un prolongado proceso de conversaciones que concluyó con la firma del Acuerdo que incluyó un decálogo de obligaciones y reglamentaciones, que con obvios tropiezos, dilucidados entre las cabezas de las partes, se ha mantenido vigente por cuatro lustros, ha significado la paz en la región y ha permitido que los recursos, las feraces tierras, y la inventiva de los Nasa se traduzca en progreso colectivo que se hace evidente con el paso de los años. Debe resaltarse que el mantenimiento del acuerdo y los avances materiales no han contado con apoyo significativo de los diferentes gobiernos, pero su mensaje sí ha calado en la comunidad que les ha permitido a sus miembros salir del meollo del dolor, la angustia y el odio, todo incrustado dentro de una cosmogonía milenaria.

Cuánta sangre se habría ahorrado en el país de haberse propagado las enseñanzas y fórmulas del acuerdo que se conmemora hoy.

REDACCIÓN EDITORIAL

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