No hay celda pa’ tanta gente

Tal parece que aquel noble propósito de la ley de jubileo propuesta a razón de la venida del Papa, y aún en veremos, no alcanzaría a ser ni un pañito de agua tibia.

La crisis carcelaria que vive el país parece no aguantar más. Desde hace un buen tiempo se viene hablando de que el sistema colapsó y el hacinamiento llegó a niveles extremos. Por ejemplo, la cárcel de máxima seguridad de Bellavista en Medellín, escasamente tiene uno que otro pasillo libre por donde se pueda transitar, pues todos aquellos son ocupados por los internos que no tienen otro lugar en el cual pasar las largas horas de condena, o que no cuentan con los cinco o diez mil pesos diarios para pagar la noche en un espacio “mejor” dentro del mismo patio. No obstante, el problema de hacinamiento carcelario, no solamente se vive en Colombia, pues en países como Ecuador, Brasil, y Venezuela, también tienen el mismo problema y cada día pareciera ser peor.

La cárcel de la ciudad de Ibagué, actualmente tiene unos 5.700 reclusos hombres, y algo más de 400 mujeres, y aunque el número pareciera ser menor, comparado con otras del país, el Coiba de Picaleña también tiene el problema de hacinamiento, el cual en los últimos meses ha generado algunos inconvenientes y protestas por parte de la unión de trabajadores penitenciarios, quienes se han negado a recibir más reclusos. Aquello ha generado desorden en los procesos judiciales e incertidumbre en la situación de varios sindicados, quienes han tenido que quedarse en la permanente central, y no en la cárcel a donde deberían ser dirigidos.

Frente a lo ocurrido, también han surgido diferencias con la Alcaldía, respecto a los recursos que debería inyectar la Administración municipal para el sostenimiento del penal, pues en este momento el tira y hale se basa en que el municipio exige que el penal reciba los presos, mientras que el Coiba reclama que la Alcaldía contribuya con parte del sostenimiento de los reclusos. Y es que el tema de la manutención mensual de los internos en Picaleña cuesta alrededor de 1.3 millones por cada uno, este gasto resulta siendo un problema mayor para la sociedad, teniendo en cuenta que en las condiciones en las que se encuentra el preso colombiano, difícilmente pueda tener una correcta resocialización.

Probablemente la crisis carcelaria en Colombia continúe y se vuelva aún mucho más grave, con el pasar del tiempo, pues no se ve una pronta solución al problema, que es estructural, y que tiene su parte en la ineficiencia de la justicia colombiana. Tal parece que aquel noble propósito de la ley de jubileo propuesta a razón de la venida del Papa, y aún en veremos, no alcanzaría a ser ni un pañito de agua tibia, para el tremendo dolor de cabeza que genera la situación de los presos colombianos.

Nuevamente colocamos el ejemplo de los presos en China, en donde la justicia opera eficientemente y con severidad, pero también con la firme intención de resocializar a través del trabajo en granjas, y en fábricas. Si un preso en China no trabaja, no come; a diferencia de aquí, que la cárcel termina siendo el ‘escampadero’ de muchos, pagado por todos.

REDACCIÓN EDITORIAL

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