Un Contralor que controle

La Contraloría General no puede seguir estando desconectada de las regiones, y en ese sentido, esperamos que la juventud, y aparentemente calificada hoja de vida del nuevo Contralor, sean prenda de garantía.

Un gran pulso político se vivió durante las últimas dos semanas con el fin de acaparar el poder en la Contraloría General de la República. Los protagonistas, además de Germán Vargas Lleras, Aurelio Iragorri, los expresidentes Gaviria, Pastrana y Uribe, quienes, pese a sus conocidas diferencias, se unieron con el fin de negociar, quizás algunos de los 200 cargos de libre nombramiento y remoción de esa entidad, y terminaron casi que, a una sola voz, eligiendo a través de sus congresistas, a Carlos Felipe Córdoba, como reemplazo del saliente Edgardo Maya.

Con una votación de 203 a favor, contra 31 de Julio César Cárdenas (candidato de los opositores al gobierno) y de 12 de José Félix Lafaurie, de quien se creía iba a contar con el respaldo absoluto del Centro Democrático, la balanza se inclinó por Córdoba, quien pareció unificar los deseos y anhelos del Partido de la U, el Partido Conservador, el Partido Liberal, y Cambio Radical.

El elegido se venía desempeñando como Director ejecutivo de la Federación Nacional de Departamentos, y aparentemente no pertenece a ningún grupo político, aunque con el solo hecho de que cuatro partidos se hayan reunido en cumbres con el fin de darle su apoyo en la elección, aquello automáticamente ya implica, el compromiso y los agradecimientos que seguramente vendrán después, tal y como se pudo notar en su primer discurso en el Congreso.

Córdoba, agradeció especialmente al expresidente Álvaro Uribe, y al presidente Iván Duque por la “independencia” en el proceso, hecho que resulta curioso y anecdótico, pues otro de los opcionados para llegar al cargo era el presidente ejecutivo de Fedegán, José Félix Lafaurie, quien se quedó con unos pocos votos, pues su partido no votó en bloque por él; y con el inmenso deseo de hacer control fiscal a un gobierno del partido político que lo identifica como militante, y también a su esposa María Fernanda Cabal, quien defendió y promovió hasta el final entre sus colegas, el voto por su marido.

El nuevo Contralor de 38 años de edad, quien será de nadie y de todos a la vez, tendrá el reto que tienen todos los funcionarios públicos en Colombia, y especialmente el primero al mando de la entidad fiscalizadora: velar por los recursos públicos, empezando por su casa, en donde muy seguramente los partidos políticos que lo ayudaron a elegir en mayoría, casi que en un nuevo Frente Nacional, irán a pedir cuotas, puestos y contratos; y ejercer un verdadero control estatal, sin importar que el hoy Presidente de la República, sea o no de sus afectos. Tal y como dijera el hoy excontralor Edgardo Maya, el cuidador del queso no pueden ser los mismos ratones, y esperamos que, con Córdoba, aquello no haya sido un mal augurio.

REDACCIÓN EDITORIAL

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