El adiós a Javier Darío Restrepo

Se fue Javier Darío Restrepo, pero han quedado vivas sus enseñanzas y orientaciones sobre la Deontología del periodismo. Seguramente, por muchos años sus reflexiones serán el faro a seguir de una actividad cada vez más amenazada, irrespetada y en ocasiones, poco comprendida.

El periodismo no es un poder, es un servicio”. Esta era una de las frases que el periodista Javier Darío Restrepo repitió en muchas de sus charlas y encuentros académicos con estudiantes de Comunicación Social y periodistas en ejercicio.

Murió a los 87 años de edad, pero le entregó más de 60 años a la formación de comunicadores y trasegó en seminarios, auditorios, libros y muchas frases. Javier Darío Restrepo se convirtió en el faro alto y luminoso al que miramos todos, sin excepción, los que de alguna u otra manera tenemos que ver con este “el oficio más hermoso del mundo”, como lo calificara el Nobel Gabriel García Márquez.

Siempre fue considerado, sin discusiones, como el decano de la ética periodística y la conciencia de medios y periodistas en una época muy difícil para la práctica y el ejercicio. Primero, por la violencia sistemática en la que vivió el país durante décadas, caracterizada por el asesinato a reconocidos comunicadores y el amedrentamiento a otros muchos. Segundo, por la manipulación a la que ha sido sometido el oficio a través de quienes ejercen el poder y ahora, con la penetración masiva e inesperada del fenómeno de la redes sociales que ha transformado los roles que cumplen los periodistas.

En 1991, el maestro Restrepo escribió su libro mas reconocido: Ética para periodistas. Siempre comentado, siempre consultado por los estudiantes, las facultades de comunicación y las salas de redacción de habla hispana que acudían, permanentemente, a sus consejos y a su orientación cuando de corregir el rumbo se trataba. Soltaba entonces frases que, seguramente, están llamadas a ser decálogos deontológicos de la práctica periodística. Por ejemplo: “Parece fundamental preguntarnos de vez en cuando para qué somos periodistas”. O “La falta de identidad profesional es la mayor falta ética del periodista.”

El maestro Restrepo siempre estuvo alejado de las egolatrías y reconocimientos que, sobretodo, quienes ejercían el poder, le tributaban. Siempre se mantuvo ajeno, y recomendó además, estar alejado de esas banalidades que también construyen algunos. Decía que el rating era la maldición del periodismo porque “el ejercicio del oficio no podía, bajo ninguna circunstancia, estar inmenso en la lógica comercial de las empresas. Adicional a ello, pensaba que vender pauta por salario es una práctica perversa.

REDACCIÓN EDITORIAL

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