Los lunares de la pasada campaña electoral

Esos lunares nos avergüenzan y devastan nuestro territorio: amenazas, atentados contra candidatos, asesinatos, constreñimientos, participación en política de funcionarios públicos, delitos electorales, actos de corrupción...

Tras el resultado de las pasadas elecciones quedó en evidencia que en Colombia los resultados de los comicios populares conforman una colcha hecha con muchos retazos, cada uno de los cuales muestra algo muy diferente y, pese a eso, conforman un solo todo.

Uno de ellos es la realidad arrojada por los resultados que hubo en las grandes ciudades, siendo la nota predominante la independencia y libre albedrío mostrado por millones de electores al momento de depositar su voto. Otra es que en ciudades intermedias y en diversos municipios, sigue reinando aquella añeja cultura electoral en que predomina el cacicazgo y los vicios politiqueros, que en una u otra medida ya han sido superados en las ciudades principales.

Fuera de lo anterior, en la Colombia de principios del siglo XXI, el resultado de las elecciones regionales muestra una determinada realidad; otra, distinta, es la que brota producto de las elecciones parlamentarias y una tercera, que tiene particularidades diferentes a las anteriores, es la que borbota en las elecciones presidenciales. Cada una de ellas tiene sus propios ecos y estelas.

Pero lo anterior es incompleto: hay aspectos en los que todas las elecciones que se llevan a cabo coinciden, son aquellos negros lunares que no hemos logrado erradicar de los procesos electorales, así en este instante estén relegados por estar en la cresta de la ola la sonora realidad que dejaron los resultados electorales en las grandes ciudades.

Esos protuberantes lunares salen de su estado de hibernación y reclaman protagonismo elección tras elección, asolando campos, poblados y ciudades.

Esos lunares nos avergüenzan y devastan nuestro territorio. Tienen muchos sumandos: amenazas, atentados contra candidatos, asesinatos de candidatos, constreñimientos, participación en política de funcionarios públicos, delitos electorales, actos de corrupción, pasando por la sombra de grupos armados irregulares como los llamados disidentes de las Farc, el Eln, el paramilitarismo, la hipotética presencia de carteles de la droga de origen mexicano, etc.

Hubiera sido de desear que en la campaña electoral y en los comicios del 27 de octubre pasado hubieran brillado por su ausencia todos estos negros lunares pero, una vez más, reclamaron protagonismo.

REDACCIÓN EDITORIAL

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