Una dolencia crónica

Le enfermedad de Ibagué ya está diagnosticada y también los especialistas han entregado las fórmulas para remediarla. Solo falta que se suministre la medicación en las dosis requeridas.

El pasado viernes, el Dane entregó las cifras del mercado laboral en 2020. Como era de esperarse, Ibagué fue la segunda ciudad con mayor desempleo en el año y, lo más grave, ostenta la mayor tasa de desempleo juvenil en el país, con 37,6%, superior en diez puntos porcentuales al promedio de las trece ciudades principales, y con una informalidad del 51,2%. Es decir, el año pasado uno de cada cuatro ibaguereños estuvo sin trabajo y uno de cada dos empleos son informales.

La de por sí complicada situación del mercado laboral ibaguereño, se tornó mucho más compleja en los primeros meses del año pasado, por razón de la pandemia y el confinamiento decretado por el Gobierno Nacional. Las medidas restrictivas impactaron muchos más a los comerciantes y a los trabajadores informales, motivo por el cual Ibagué, una ciudad dependiente del comercio y con altas tasas de informalidad, resultó más perjudicada que otras capitales.

Desde hace muchos años se han hecho investigaciones, evaluaciones, estudios, análisis y diagnósticos para explicar el fenómeno; se organizan reuniones, foros y encuentros para proponer soluciones y se han identificado los motivos de este padecimiento crónico. Entre los factores que han incidido en esta situación problemática se encuentran el bajo número de industrias, la apuesta única de Ibagué por el sector comercial, hotelero y de restaurantes, los mayores generadores de empleo, pero que ofrecen bajos salarios con alto un grado de informalidad; con ello se crea un círculo vicioso, porque, debido al bajo poder adquisitivo de los ibaguereños, hay bajo consumo; y el precario dinamismo de la economía impide que se creen nuevas empresas y se ofrezca más trabajo.

Las soluciones también se han expuesto: crear una política pública de empleo, atraer la inversión, establecer un diálogo permanente en el que participen los sectores productivos, la academia y los trabajadores; estimular la formalización del empleo, promover el emprendimiento sostenible; conformar un sistema de información laboral efectivo con datos  actualizados sobre el mercado laboral, aumentar la inversión en las empresas, crear programas de capacitación adecuados a las necesidades empresariales y fomentar la competitividad.

EL NUEVO DÍA

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