¿Qué hacer con las basuras de Ibagué?

Poco menos de un año de vida útil le queda al relleno sanitario La Miel, en el que se deposita la basura de 16 municipios, además de Ibagué.

Este será otro asunto que deberá encarar la entrante alcaldesa, Johana Aranda, una vez tome las riendas de la ciudad.

Los habitantes de La Miel, que cedieron en 2004 parte del terreno que les entregaron en su calidad de desplazados de Pelaya (Cesar) a cambio de la titulación del predio, han manifestado que el relleno no cumple las condiciones de salubridad, por lo cual en diferentes épocas han cerrado el ingreso de los carros recolectores de Interaseo, para exigir que se mejore el tratamiento de los residuos y se impida que se contaminen las fuentes hídricas.

Al parecer, el relleno es solo un depósito de basuras, pues en Ibagué, que es la que más produce desperdicios (cerca de 430 toneladas diarias), no se lleva a cabo un proceso a gran escala de reciclaje ni de aprovechamiento de residuos sólidos. 

Los recicladores logran rescatar de las canecas parte de los desechos que se podrían clasificar, si se aplicara la resolución 2184 de 2019, expedida por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, en la que se establece un código de colores unificado para la clasificación de los residuos en la fuente, con el fin de que desde los hogares y las empresas se puedan separar los aprovechables de los no aprovechables y disminuya la cantidad de desperdicios que termina en los rellenos.

El tema tomó relevancia de nuevo hace un par de meses cuando se registró un incendio que obligó al cierre del relleno por varios días mientras se controlaron las llamas. Con ocasión de este contratiempo, el alcalde Andrés Hurtado planteó el tema de la vida útil de La Miel y manifestó que en manos de Cortolima está la decisión de autorizar que Interaseo continúe depositando allí la basura.

Así que a la alcaldesa entrante le quedan dos problemas por solucionar: el primero, que habría de solucionar en tiempo récord si Cortolima no extiende la licencia del actual relleno, es conseguir un terreno adecuado para depositar la basura que produce la ciudad; y el segundo, implementar el código de colores para la separación de residuos. Este último proceso requiere de un gran compromiso de los ibaguereños para que efectúen la clasificación de la basura que producen, de forma que se puedan recuperar aquellos que pueden ser reciclados o aprovechados.

El tema tomó relevancia de nuevo hace un par de meses cuando se registró un incendio que obligó al cierre del relleno por varios días mientras se controlaron las llamas.

 

El Nuevo Día

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