Agua “regulada” para los ibaguereños

La mandataria, además, se comprometió a poner en funcionamiento, el 4 de marzo, la modernización de la planta de Chembe y a entregar el segundo acueducto en este primer semestre.


La situación por falta de agua en Ibagué llegó a su punto más crítico. Los vecinos de gran parte de las comunas 8 y 9 son los más afectados por el deficiente suministro, pero no son los únicos, hecho que ha desencadenado protestas y cierres viales en diferentes barrios de la ciudad.

La molestia de los ibaguereños es justificable, pues este servicio es esencial y su falta atenta contra la salud, en especial en los hogares donde hay niños, que son más vulnerables a las enfermedades infecciosas y gastrointestinales, y que necesitan suficiente agua potable.

En Picaleña responsabilizan a los constructores de quitarles el agua, con la complicidad de funcionarios de la Alcaldía, ya que los grandes edificios poseen tanques de reserva y equipos que les permiten almacenarla y distribuirla en sus apartamentos, en detrimento de los demás barrios.

La alcaldesa Johana Aranda se reunió este viernes con residentes de la comuna 9 y logró unos puntos de acuerdo, el más importante, garantizarles que recibirán agua todos los días, aunque sea por unas horas, mediante un sistema de “semaforización”, que consiste en distribuirla por turnos, de modo que llegue a todos los distritos en que se halla dividida la ciudad. Así que, desde el lunes, el agua para los ibaguereños será “regulada”, con el fin de que el servicio llegue en forma equitativa a todas las comunas.

La mandataria, además, se comprometió a poner en funcionamiento, el 4 de marzo, la modernización de la planta de Chembe y a entregar el segundo acueducto en este primer semestre. También insistirá en que Cortolima autorice la captación de 400 litros de la quebrada Corazón, que ayudaría superar el preocupante déficit.

El problema del agua es un asunto que no se ha tratado con la suficiente seriedad por parte de los mandatarios locales. Es inconcebible que una ciudad que pretende ser turística, sede de competencias deportivas y promotora de eventos culturales no haya resuelto esta dificultad.

Por ahora, lo primero y más urgente es garantizar que el agua potable llegue a todos los ibaguereños, pero también se necesita saber qué está ocurriendo con la prestación del servicio, solucionar prontamente los daños y lograr que los culpables de esta difícil situación sean sancionados como corresponde.

Es incierto el tiempo en que los ibaguereños deberán soportar la “regulación” del agua, si será hasta cuando pase el rigor del Niño o cuando entre en funcionamiento el nuevo acueducto, pero la esperanza de la mayoría es que en un futuro cercano Ibagué pueda contar con agua las 24 horas y que no se tengan que repetir las deprimentes escenas de personas haciendo fila para sacar agua de las piscinas y emplearla en sus hogares.

 

 

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