- ¿Qué ha cambiado en estos 20 años de historia del festival?

R.C.: Indudablemente su magnitud. Recuerdo que empezamos en una pequeña sala de teatro de barrio, en la Casa Camacho Rugeles, donde solo cabían 70 personas. Luego pasamos a la sala Cooperamos que albergaba alrededor de 200 personas. Hoy el festival da inicio en la Concha Acústica con una gran Narratón para más de siete mil personas, hemos llegado a la totalidad de municipios y visitado más de 20 corregimientos. El festival ha crecido, pero mantenemos el mismo amor con el que el evento nació.

- ¿Cómo ha logrado mantener el festival a lo largo de estos 20 años?

R.C: Con esfuerzo, dedicación y trabajo. Hay una frase que me gusta mucho: “la suerte sí existe, pero la reparten todos los días a las 4 de la mañana”. En la Fundación Abrapalabra nos esforzamos todos por trabajar con disciplina, con esmero, por mantener una buena relación con los patrocinadores, el público y los artistas. Este evento se realiza con una gran dosis de amor.

-¿Qué lo motiva a realizar cada año el Festival Mundopalabra?

R.C.: Yo creo que una enorme pasión por lo que hago. Soy un enamorado de la gestión cultural y de la educación. Me parece importante el proceso de formación de públicos. Me encanta ver la cara de las personas que esperan cada año el festival, la sonrisa de los niños y los profes preguntando qué hay este año en Mundopalabra.

- ¿Qué cree que le aporta el festival a Ibagué y a la región?

R.C.: Después del Festival Folclórico, somos el evento cultural de mayor trayectoria, junto con el Festival de la Música Colombiana. Claramente, somos un festival de una magnitud impresionante. No hay un evento como Mundopalabra en Colombia. Más de 140 funciones, cerca de 80 invitados entre docentes, académicos y narradores, 500 docentes investigadores de todo el país.

Por otro lado, impresiona cómo la oralidad, una manifestación tan básica y primigenia, atrae a chicos y grandes y se convierte en el primer paso para que los tolimenses se inicien en el camino del arte y la cultura.

- ¿Qué es lo más difícil de hacer Mundopalabra?

R.C.: En nuestro país lo más difícil de hacer en cualquier actividad cultural es la sostenibilidad en términos financieros. Es una batalla que esperamos ganar cada año. No es fácil porque no somos una región próspera y los presupuestos públicos y privados están muy centralizados. Por lo demás, hay organizaciones que llevan más de 10 años con el festival y otras incluso desde su nacimiento. Gracias a ellas, y a la gente, el evento se sostiene y no pierde su credibilidad.

- Háblenos del evento académico del festival, el Congreso Internacional de Educación.

R.C.: Desde hace siete años realizamos en el marco del festival, un congreso de educación. El tema central está dedicado a la relación de la política, moral y enseñanza de la historia. En el 2019 se cumplen 200 años de la fundación de la República y el Congreso expidió una ley el año pasado que busca fortalecer la enseñanza de la historia de Colombia en todos los grados.

Nuestro Congreso, y podemos decirlo con orgullo, es el evento de educación más grande y más importante de la región y nos esmeramos todos los años para poder tener invitados de primera línea. Creo que va a ser muy difícil para cualquier entidad en Colombia y en el mundo, reunir los académicos que este año tiene el Congreso de Educación.

Ojalá eso lo entendiera la academia local. Sentar en la misma mesa una generación de historiadores y académicos como Malcolm Deas, Jorge Orlando Melo, Carlos Vasco, Rosario Jaramillo, Rocío Londoño, Margarita Garrido y Eduardo Escallón, entre otros, es una oportunidad irrepetible.

- ¿Cómo terminó haciendo un congreso?

R.C: Por dos motivos; el primero por el amor a la labor educativo y como una forma de premiar el esfuerzo de los docentes; y en segundo lugar, por la necesidad de activar el turismo. Somos una ciudad de paso, y sabemos que los eventos culturales no son suficientes para atraer al turista. Con el congreso logramos que lleguen docentes de todo el país, y cuando culmina su jornada académica, salen a caminar por la ciudad y se encuentran con el Mundopalabra.

- ¿Qué trae de nuevo Mundopalabra?

R.C.: Tenemos más de 140 actividades. Nuestro invitado central al homenaje es el escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal, e iniciamos varios eventos novedosos, como el ciclopaseo “Encuentémonos con la bici”, actividades de promoción de lectura, un concurso de recuperación de la memoria colectiva “Mi barrio también cuenta” y un nuevo proyecto que hemos llamado “De Retorno”, en el que traemos a la ciudad un tolimense que esté triunfando en el exterior. El turno en esta primera edición es para el tenor David Guzmán, quien realizará una serie de actividades acompañado por el pianista ruso Sergei Sichkov.

- ¿Cuáles son sus países favoritos en el festival?

R.C.: Los países que no son comunes como Alaska, Camerún, la India, resultan muy interesantes para la gente, pero me asombra los parecidos que somos en humor, en oralidad y en idiosincrasia con España y México.

- ¿Si es realmente Mundopalabra el festival más grande del mundo en oralidad?

R.C: En el mundo del habla hispana definitivamente lo es. Hay festivales importantes en Costa Rica, en México, en España, pero los festivales más importantes en el género, todos están en Colombia.

El Abrapalabra de Bucaramanga, el Vivapalabra de Medellín, el Caribe Cuenta de Barranquilla, y el más grande de todos, el Mundopalabra de Ibagué. Un orgullo para Colombia y para los tolimenses.

- ¿Hay Mundopalabra para rato?

R.C.: Eso espero. Y también espero que no dependa de que haya Ricardo Cadavid para rato, sino que este evento sea considerado patrimonio cultural y en un futuro cercano, otra generación saque adelante el evento.