“No me pesa ni un poquito haberme quedado sola”: Doris Morera de Castro

La Presidenta de la Fundación Musical de Colombia, con timidez, confiesa que sus grandes “parceros” son el gobernador Luis Carlos Delgado Peñón y el exfiscal General, Alfonso Gómez Méndez, a la vez que asegura que sintió la renuncia del maestro César Augusto Zambrano como si fuera su “segundo divorcio”.

Muchos tildan a Doris Morera de Castro de ser una mujer fría, calculadora y dura, pero lo que no saben, dice ella, es que es “blandita y llorona”.

Su nombre, desde hace 28 años, está ligado a la Fundación Musical de Colombia, organización a la que se ha dedicado en cuerpo y alma a tal punto que al hablar de ella se olvida de su yo. 

Sin embargo, y pese a su gran amor hizo un acto de compromiso de soltar el timón para que otro ‘capital’ lleve su barco.

Su retiro será en 2016, después de la celebración de los 30 años de fundación, porque quiere dedicar los últimos años de su existencia a vivir tranquila, disfrutando de sus hijos y sus nietos.

Tiene muy claro que su ciclo como presidenta está llegando a su fin y a la vez decidida a permanecer cerca, guiando a su sucesor, al que empezará a buscar minuciosamente, ya que aún no tiene en mente ningún nombre, solo la preocupación de que quien quede debe velar por el patrimonio cultural y económico, del que advierte es muy poco y está representando en la oficina, con lo que desvirtúa a aquellos que en la calle 12 con carrera Tercera susurran “esa señora se está enriqueciendo”.

Doris Morera de Castro siempre asegura que su vida es muy simple, ¿Por qué la siente así?

Porque no tengo complicaciones. Pienso que soy muy transparente y lo mismo mi familia, no tenemos ataduras ni secretos, y además no hago nada maravilloso.

Su casa es muy grande, ¿Alguna vez la ha sentido así?

Siempre me han gustado los espacios amplios, de hecho mi habitación siempre fue la más grande de la casa hasta que se casó mi hijo menor, quien vivía conmigo, y ese día me sentí sola y con la casa grande, a tal punto que me pasé a la habitación siguiente que es un poco más  pequeña y me quedé ahí; la otra solo la utilizo para leer y ver televisión. 

¿Es tolimense? 

Sí. Soy ibaguereña pero todas las vacaciones de mi niñez las pasé en Neiva. En un momento de mi vida me fui a vivir allá, estudié y hasta me casé con un ibaguereño que me iba a visitar cada ocho días.

¿Fue muy noviera?

No, solo tuve un novio, el señor Castro con quien me casé y regresé a Ibagué.

¿Qué pasó con él? 

El murió en 2003, pero ya estábamos separados.

¿Hace cuánto? 

En el año 77. Me separé y siempre lo lamenté porque tengo un valor por el matrimonio muy grande, y me duele cuando alguien se divorcia.

¿Qué pasó? 

La verdad nos casamos muy jóvenes, de hecho a los 27 años ya teníamos nos separamos. Prefiero solo decir que muchas circunstancias me llevaron a ser capaz de dar el primer paso hacia una nueva etapa de mi vida en busca de rescatar mi autoestima y reconocerme como una mujer con valores y sueños propios y reales.

¿Por qué continúa con el de Castro? 

Porque nunca me lo he querido cambiar, porque hace parte de mi personalidad.

¿Llegaron a ser amigos? 

No, pero siempre le inculqué a mis hijos el respeto y orgullo hacía él.

¿Cómo cambio su vida este proceso? 

Fue un cambio muy grande. A  partir de entonces al lado de mis cuatro hijos y de la mano de mis dos hermanos empecé a vivir de nuevo.

El trauma no fue tan duro porque tuve unos hermanos maravillosos que me acogieron, me enseñaron de nuevo a caminar, y como buena alumna de Fabiola Morera enfrenté mi nueva condición de madre soltera y trabajadora, porque fue entonces cuando por primera vez pude conocer y medir mis capacidades laborales, primero en Inravisión y posteriormente en Telecom; de ahí en adelante surgió la Doris estricta, fuerte, luchadora, totalmente intolerante hacia la corrupción en cualquiera de sus formas, defensora de sus hijos y de su familia sin reservas.

¿Qué recuerda de su trabajo en Inravisión? 

Trabajé en la oficina jurídica, en un ambiente regio, recuerdo que el director de la oficina jurídica era Emilio Martínez Rosales, hicimos una gran amistad, desde luego que yo estaba muy sensible y él fue una persona extraordinaria conmigo porque era la primera vez que trabajaba y él me apoyó. Fue una persona que recuerdo con muchísimo cariño que no veo desde hace años, lo veo en la prensa. 

¿Casada estuvo siempre al lado de sus hijos, cómo fue trabajando? 

Nada me distrajo de ser la mamá gallina, cumplía con mi trabajo y cerca a mis hijos.

¿Aún mamá gallina? 

Sí. Siento que Dios ha sido grandioso conmigo, me bendijo con unos maravillosos hijos y nietos.

¿Se volvió a enamorar?

Nunca más. Yo no me hubiera perdonado nunca dentro de mi modo de ser y no porque sea mojigata, pero no me hubiera perdonado haberle  puesto un padrastro a mis hijos y peor que hubiera fracasado de nuevo. 

No me pesa ni un poquito haberme quedado sola y pienso que toda esa fuerza y esa pasión que tengo la dediqué al trabajo y luego a la Fundación, que mueve mi vida y vino a llenar todos esos vacíos.

Y la música colombiana qué...

¿De dónde surgió su gusto por la música colombiana?

Crecí con ella, mi padre era un amante de la música colombiana y le llevaba serenatas a mi mamá. Toda mi vida he estado acompañada por esta música. Mis años felices de matrimonio y cuando vinieron las dificultades ella fue mi confidente.

¿Qué la cautiva?

Es una combinación de sentimientos, yo recuerdo a las personas queridas por la música, y todo lo vivo con la música, además me dio madurez. Pero ese sentimiento se transformó en instrumento de poder llevar a toda Colombia la imagen musical de Ibagué y del Tolima. 

El orgullo más grande que siento con ese amor por la música es el reconocimiento que tenemos por todo el país, debo decirle que en Ibagué es donde menos se reconoce el trabajo que hace la Fundación y lo digo porque la gente no va a los eventos como debería ser.  Eso me hace llorar, me hace sentir muchísimo. 

¿Cuál es para usted el mejor aire musical?

Me gustan todos, pero para escuchar prefiero los suaves. Me fascina escuchar la música de Garzón y Collazos y Silva y Villalba, pero en cuento a ritmos para eventos que el repertorio ojalá tuviera muchísimo sanjuanero y bambuco fiestero.

¿Una canción que la conmueva?

Todas las canciones me conmueven porque recuerdo a las personas y momentos a través de la música. Por ejemplo Muchacha de risa loca fue la canción de la primera serenata que el señor Castro me dio. 

¿Qué anécdota recuerda?

Me río cada vez que me acuerdo, Óscar (exesposo) murió en octubre de 2003, y en marzo siguiente, durante el homenaje en el cementerio a Garzón y Collazos cuando empezaron a cantar los duetos se me vino toda la tristeza que había acumulado y me ataqué a llorar, y al otro día en EL NUEVO DÍA en el recuento decía que estaba llorando por Garzón y Collazos, que tan conmovida, y la verdad fue que en ese momento sentí toda la nostalgia de la separación, todos esos años transcurridos que no había vuelto a llorar, afloraron en ese momento.

¿Doris sin la Fundación quién es?

Muy difícil, porque con ella se me olvida mi propio yo.

¿Cuánto tiempo más quiere estar en la Fundación o ha pensado en relevo?

Seriamente le he prometido a mi familia y a mis hijos que en el 2016 una vez celebre los 30 años de la Fundación tengo el compromiso solemne de ir preparando una persona que coja las riendas, pero no creo que mientras viva me vaya a apartar.

¿Tiene algún nombre en mente para su reemplazo?

Es tan difícil porque hasta mi propio hijo me dijo una noche ‘mamá como se organiza el Festival’ y no supe responder. Tengo tan dentro de mí el manejo de este Festival que yo por lo menos tengo que hacerme el propósito de preparar una persona, porque son 28 años y hay un patrimonio no solo cultural sino económico, pequeño, representado en la oficina, pero es el fruto de ese trabajo, de ese cuidar cada peso. Porque no es como la gente que se sienta en la 12 con Tercera cree, y que cuando lo ven pasar a uno le dicen ‘es que esa señora se está enriqueciendo’ y eso no es así. Me gustaría abrir una convocatoria para que esos personajes se le midan a manejar la Fundación. Mi preocupación es quién va a cuidar esto que me ha costado 28 años de lágrimas, para que no llegue a acabar con lo poco que hay...

De todo

¿Hace fiestas?

Mi fiesta es oír música. Amo hacer las reuniones en mi casa, pero son con duetos, nada de baile, disfruto muchísimo. Soy de pocos amigos, pero me fascina cuando hacemos las tertulias con los miembros de la Fundación.

¿Con mucha frecuencia?

No como quisiera.

¿Toma?

Sí, a mi me gusta, primero tomaba Tapa Roja, ahora como la moda es whisky, pero en mi casa, y con amigos.

¿Quién es el gran ‘parcero’ de Doris Morera de Castro?

Tengo dos pero no sé si decirlos. Sé distinguir muy bien así como tengo ese recuerdo tan maravilloso de Emilio Martínez Rosales, así mismo me sucede con mis ‘parceros’ sino que me da pena decirlo por lo que pueden decir algunas personas y hasta me regañen mis hijos, y no es un oportunismo o por dármelas, pero es la realidad de mi vida: desde hace más de 30 años es Luis Carlos Delgado Peñón, y con la Fundación Alfonso Gómez Méndez, es la persona que ha llegado y ocupado mi corazón. 

¿Y en la Fundación?

El número uno fue el maestro César Augusto Zambrano, ustedes que creen que 19 años, yo le decía un día es como si me hubiera separado la segunda vez, porque compartí la mitad de mi vida. Igualmente Enrique Mejía Fortich y Fernando Espinosa.

Todos son hombres, ¿no cree a ninguna mujer su gran amiga?

A mi no me da miedo decir que señores son mis ‘parceros’, pero ya decir las señoras digo que todas, porque las mujeres son más celosas.

REDACCIÓN EL NUEVO DÍA

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