Estanislao Zuleta, el doble rasero y la polarización

Columnista Invitado

Lúcidamente, Estanislao Zuleta, profetizó hace varios años, lo que hoy es pan diario en la dinámica comunicacional del país: el doble rasero.

Doble rasero que explica la tendencia casi que natural a juzgar con criterio genuflexo y benévolo los propios defectos y errores, al tiempo que se tiende a juzgar los defectos y errores de los demás con criterio inexorable e implacable.

Zuleta, en su texto El Elogio de la Dificultad, llamó a esa especie de caracterología “la no reciprocidad lógica”: ser esencialista para referirse a los defectos de los demás y ser circunstancialista para explicar los propios defectos; el otro es malo por esencia, a mí me toco portarme mal por fuerza de las circunstancias.

Si Zuleta viviese, con certeza ya hubiese reescrito su Elogio de la Dificultad, pues a esa “no reciprocidad lógica” para referirse a los yerros propios y ajenos, se viene agregando otra cara del mismo fenómeno, un corolario: somos esencialistas para referirnos a las propias virtudes y circunstancialistas para referirnos a las virtudes de los demás. Yo soy bueno por esencia y el otro es bueno porque las circunstancias se lo imponen, porque le tocó.

Esas “no reciprocidades lógicas” llevadas al terreno de nuestras conversaciones sobre tantos temas de la agenda nacional como la paz, la verdad, la memoria, la corrupción, la violencia, las víctimas, entre otros tópicos, han configurado esa telaraña de polarizaciones, torres de babel, diálogo de sordos y reinado de la suspicacias, entre los colombianos.

El yo y el nosotros usufructa del circunstancialismo para referirnos a las propias sombras, los propios errores y contradicciones. El yo y el nosotros usufructa del esencialismo para referirnos a las propias luces, virtudes y buenas acciones.

Al otro y a los otros les reservamos el circunstancialismo para referirnos a sus luces, comportamientos virtuosos y nobles y le guardamos el esencialismo para referirnos a sus sombras, errores y contradicciones.

Haciendo cruces entre estas “reciprocidades no lógicas” encontramos patéticos ejemplos:

Como yo soy amigo de la paz y de la JEP, los otros son amigos de la guerra y de hacer trizas la paz.

Sí la ley exonera a los nuestros de responsabilidad penal o disciplinaria es porque los nuestros son inocentes y probos; sí la ley exonera a los otros de responsabilidad penal o disciplinaria es porque ellos son manipuladores de la justicia.

Los que votaron conmigo la consulta anticorrupción son porque son esencialmente honestos y no son corruptos, los que no votaron la consulta anticorrupción son cómplices descriteriados de la misma.

Un sector del país que casi que de manera corporativista y sectaria se autopredica como el único amigo de la paz, de la verdad, de la memoria, como la voz única de las víctimas, incurre en “no reciprocidad lógica”. También incurre en “no reciprocidad lógica” aquel sector que califican como “idiotas útiles” a quienes transitan por otra orilla, a los que creen que hay un conflicto armado, a los que creen en la justicia restaurativa y simbólica.

Abajo Sartre y su “el infierno son los otros”, arriba Octavio Paz al decir: “para Ser he de salir de mi, buscarme entre los otros, los otros que no son si yo no existo, los otros que me dan plena existencia”.

OPTANDO POR COLOMBIA

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