La Casa del Tolima

Alberto Bejarano Ávila

Indignación y aflicción me causó ver en algún medio la fotografía que muestra el deplorable estado de abandono en que se encuentra la “Casa del Tolima” en Bogotá. Por ser acusadora evidencia del mal manejo del patrimonio público e indicio de torpeza para entender cómo debe construirse otra realidad social en el Tolima y habida cuenta que, aunque por pocos años, COOPERAMOS tuvo en comodato ese inmueble para cumplir allí acciones estratégicas que por esos días se pensaban y que por su obviedad hoy podrían estar pensando los líderes del Tolima, la foto referida obliga una reflexión a modo de denuncia y de crítica constructiva.
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La aún no entendida tarea de construir región que a fines del siglo XX ocupaba a un excelso equipo humano suponía, entre más acciones propias de su visión estratégica, la lectura de cómo se formó y cómo se revelaba la caracterización “del tolimensismo”, lectura que exigía reconocer a quienes emigraron a distintas latitudes y a su descendencia que, por conformar la diáspora de nacimiento y origen tolimense, hoy podría ser factor crucial en el desarrollo regional, una posibilidad real y sustentable que para infortunio los dirigentes y los ilustres planificadores del desarrollo extrañamente se niegan a reconocer desde ésta perspectiva.

En Bogotá hoy residirían tantos tolimenses como los que residen en el Tolima, pues desde la época de violencia, allá en los años 50, incesante ha sido el flujo migratorio de paisanos, éxodo que aún continua porque en el Tolima las cosas andan de mal a peor, ya no tanto por la violencia sino por el atraso, el desempleo, la falta de oportunidad, la ruindad política, la corrupción, la ausencia de análisis orgánico y más males que lejos están de mostrar un lugar propicio para que los jóvenes logren sus sueños y más bien revelan un lugar cada vez menos atractivo para los propios pero que porfían en hacerlo atractivo para la inversión externa. 

Por ser tema complejo abrevio diciendo que no sólo en Bogotá sino en todo el mundo, hay presencia tolimense y que por ello en la capital, por ser epicentro institucional, tecnológico, comunicacional y más ventajas comparativas, la “Casa del Tolima” sería punto de encuentro con colonias tolimenses en todos los países para trenzar “la tolimensidad” y también sería embajada o misión del Tolima para establecer relaciones con la institucionalidad nacional y mundial y así, con identidad y autonomía, aproximar la dinámica tolimense a programas de cooperación internacional, trasferencia de conocimiento y tecnología y otros grandes fines.

En la “Casa del Tolima”, hoy alegoría a la dejadez, podría operar un equipo pluridisciplinario que, como en parte lo hacía COOPERAMOS a fines del siglo XX, creara bases de datos de las colonias tolimenses y organizara ruedas de negocios, contactos con entidades cooperativas de muchos países, reuniones con diplomáticos, exposiciones, conferencias, alboradas de los festejos del Tolima y muchas más tareas de alta conveniencia para el progreso regional que sólo gobiernos y actores realmente visionarios, estrategas y dialogantes pueden liderar.

ALBERTO BEJARANO ÁVILA

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