Contracorriente (V)

Alberto Bejarano Ávila

Sigo con el tema territorial y espero no ser aguafiestas por meter a todo político en el mismo costal sin diferenciar la baja estofa de la buena energía, maniqueísmo que evito porque creo que la restauración tolimense no solo se funda en ética y buena intención (recuérdese cómo se adoquinó la vía al infierno), sino en pertinencia y coherencia ideológica y en ese enfoque vemos que los presuntos buenos políticos se unen por intereses, no por ideas y apelan a los mismos patrones de conducta del caduco politiqueo que es la antítesis del anhelado nuevo “carácter político” regional. Así entonces suplican avales; hacen venía a caciques nacionales (y plantean vencer al gamonalato criollo); revelan talante mesiánico; sus ideas oscilan entre localismo y centralismo; esquivan hablar de un estructurado modelo regionalista de futuro y, claro, eso no es liderato para el cambio sino alternancia personalista para el continuismo.
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Ante la carencia de proyecto político estructurado y compartido para reconstruir al Tolima se argüirá que existe la “Visión Tolima 2050”, pero además de percibir, como hecho insólito, que de esa visión nada oímos en los soliloquios electorales, la “Visión Tolima 2050” tampoco se ocupa del examen político y por ende no recusa el proceder politiquero como causa de atraso y estorbo para el progreso y tampoco traza lineamientos para construir una auténtica política que elimine o morigere el atavismo electorero egocéntrico para que surja un talante político demócrata e identitario y con claro enfoque del contexto territorial a transformar, proceso que solo podría liderar una nueva y genuina política.

Vaya paradoja: los “políticos” rehúsan hablar sobre una visión estructurada e integral del Tolima y la “Visión Tolima 2050” omite delinear un nuevo modelo político para transformar al Tolima.

Mi lectura sobre territorio y política queda corta si omito decir que en varias ocasiones fui invitado por candidatos a la elección de octubre y que, salvo alguien del sur, muy interesado en ideas, todos rehusaron conversar del proyecto político para restaurar al Tolima y por ello colegí lo obvio: que solo buscaban mi íngrimo voto. 
Como ellos, eso creo, son éticos y buena gente, les desee buena suerte y ahora digo que gustoso votaré por quien lealmente acepte que en toda charla política el proyecto de restauración tolimense sea el eje central. 

También señalo que en dos ocasiones fui invitado por la “Visión Tolima 2050” y allí, eso percibí, igual le hicieron el quite a la idea de aquilatar la visión con principios sobre territorialidad, tejido social, autonomía regional e identidad política, principios que convertirían la “Visión Tolima 2050” en auténtico proyecto político para restaurar al Tolima.

b) El desarrollo del Tolima no depende de la voluntad nacional. Este principio regionalista ni es separatista ni niega la ilusión del cambio nacional, pero es antítesis del torpe imaginario centralista porque propone tácitamente que Colombia se reconstruya desde las regiones y no desde el centro, o igual, que solo una implosión federalista eliminará el gamonalismo en los territorios y el feudalismo centralista para construir un país moderno y justo. Continúa…

ALBERTO BEJARANO ÁVILA

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