Colombianos, pero Federalistas (I)

Alberto Bejarano Ávila

Para que en el Tolima la alternatividad política propulse el progresismo, adquiera sentido y merezca credibilidad, lo aconsejé en algún artículo, tendría que redefinirse bajo un enfoque bidimensional, única forma de lograr coherencia ideológica y evitar las contradicciones que ponen en duda la legitimidad y la confianza de “lideres” que exudan más egocentrismo que aptitudes de lideres orgánicos y comprometidos con las ideas del cambio. 
PUBLICIDAD

Para hacer creíble el rótulo de progresistas, opino que sus presuntos militantes tienen que reconocerse como colombianos y a la vez como descentralistas o federalistas, pues solo así podría escucharse y juzgarse la profundidad y pertinencia de su pensamiento y la honradez de sus invitaciones electorales, hasta hoy reconocidas solo por una ampulosa verbosidad y un “voltearepismo” oportunista que tanto desdice de la integralidad de la clase política en general.

En la perspectiva nacional, los lideres progresistas tolimenses deben ser claros en su apoyo a las grandes reformas que plantea el gobierno del cambio, sin que ello signifique no poder discrepar y plantear ideas acerca de cómo hacer esas reformas; la primera idea a proponer por el progresismo tolimense serían las autonomías regionales, de ello me ocuparé cuando asuma el enfoque regional. Por ahora sugiero a los genuinos progresistas, aun subyacentes, no salirse de quicio por los pobres de espíritu, que solo conciben un país violento y atrasado, que odian, falsean y se oponen a todo, pues esa avejentada idiosincrasia justamente prueba lo urgente del cambio para que una visión futurista de equidad, modernidad y progreso sea horizonte común y para que el respaldo al cambio demuestre la existencia o no de auténtico progresismo tolimense.

El cambio es posible pero los cavernícolas se oponen y le ponen palos en las ruedas. ¿A qué se opone el retrógrado y quien gana con la violencia? Se opone a que la paz total sea utopía o anhelo de la mayoría de colombianos que nunca conocimos la paz porque siempre fuimos víctimas de la violencia y que bien sabemos que, para lograr ese sueño, sin el cual no pueden alcanzarse otros grandes sueños, no debemos descartar ningún medio, ni oír cantos de aves agoreras. Se opone a la reforma agraria en marcha que, sin duda, dignificará el trabajo rural, consolidará la paz, proveerá seguridad alimentaria, forjará una agroindustria cooperativa, productiva y moderna y apuntalará la sostenibilidad ambiental.

  Se opone a unas relaciones internacionales bajo premisas de igualdad, no de coloniaje, para que seamos socios y no gregarios del avance tecnológico y económico del mundo. Se opone al tren interoceánico y la red férrea moderna, como opera en Asia y Europa. Por ser proclives a la injusticia y para detener el andar hacia la equidad social, se opone a las reformas laboral, y pensional, la salud y la justicia. En fin, equidad y modernidad podría ser sueño colectivo, pero doscientos años de privilegios y abusos pervirtieron la razón de sentido histórico y bien común que un progresismo real, no mediatinta y acomodado, podría recuperar. Continúa…

 

ALBERTO BEJARANO ÁVILA

Comentarios