Bulla evasiva o quiebre histórico

Alberto Bejarano Ávila

Juzgando por la forma como hoy y desde tiempo atrás se encaran los crecientes problemas que nos agobian, será imposible que el progreso y la calidad de vida puedan asomar siquiera al Tolima.
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Con remiendos, promesas y labia vacía y evasiva, la clase político-gubernamental sigue eludiendo su deber de “coger el toro por los cuernos” y por ello el pronóstico sobre el futuro del Tolima es reservado y pesimista, pues tales “líderes”, que desde los años ochenta del pasado siglo cambian rostros pero no su mentalidad, carecen de interés por el desarrollo tolimense porque su interés se centra en aprovechar oportunidades y recursos públicos para instaurar clanes hegemónicos que, en sí mismos, son causas del atraso y obstáculos para las soluciones y porque aún no surge un liderato progresista-regionalista orgánico e idóneo, que convoque a una gran conversación sobre cómo producir un quiebre histórico tolimensista.

Como reflexión, que puede extenderse a cada una de las áreas de la gestión pública, aludiré solo a dos gravísimos problemas: agua y movilidad en Ibagué. Respecto al agua y con tontos eufemismos, como el de “semaforización”, anuncian su racionamiento y, sin examen crítico, así lo publican los medios que, cosa rara, olvidan que racionamiento siempre hubo en varias comunas y conjuntos residenciales y que cuanto hoy ocurre es solo evidencia de que el mal crece sin que surja solución definitiva, sustentable y creíble. 

Ahora, siendo válido protestar, sépase que el desenlace será una elusiva promesa más y que iremos de mal a peor; por ello la exigencia unánime que “las fuerzas vivas ibaguereñas” deben plantear a la alcaldía es que presente pronto el “plan maestro de aguas y alcantarillados para ahora y para los próximos treinta años” y que sus presupuestos, cronogramas y garantías de ejecución sean divulgados para que afectados y opinión pública en general sean veedores rigurosos de sus avances.

Sobre movilidad pensemos qué será de Ibagué cinco o diez años adelante si hoy no tenemos plan integrado de nuevas vías; ampliaciones; puentes y viaductos; parqueaderos elevados y soterrados; semáforos inteligentes; nuevos y modernos sistemas de transporte; cultura vial. Si no existe plan integrado para una solución definitiva, entonces continuarán los paliativos, las mentiras y las boberías, el tiempo pasará y los problemas empeorarán. 

Las “fuerzas vivas de Ibagué”, que hoy parecen hibernar, deben despertar y entender que no deben cohabitar con las causas del atraso y las barreras para las soluciones, pues su obligación es contribuir a la construcción de progreso y calidad de vida y que, para empezar, deben exigir claramente planes futuristas para el agua, la movilidad y más áreas donde los administradores públicos tienen que ser incorruptibles, serios, visionarios y eficientes.

Reitero que, en justicia, los mandatarios o burócratas recién elegidos no son culpables, pero pronto lo serán si, como parece, se suman al largo listado de burócratas y politiqueros que por más de cuatro décadas fueron gregarios o urdieron clanes hegemónicos y premodernos que arruinaron la identidad regional, la ética y el naciente espíritu emprendedor tolimense.

 

Alberto Bejarano Ávila

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