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Ahora el problema radica en que Petro hizo una campaña para arrasar en primera vuelta y pasar directamente a la Casa de Nariño sin necesidad de una segunda vuelta, por lo que sus alianzas se concentraron en la izquierda colombiana, en algunos grupos radicales y en una línea del liberalismo en rebeldía con el expresidente César Gaviria, que no representa necesariamente las banderas de cambio que había enarbolado el Pacto Histórico.
Mientras que Rodolfo Hernández con una estrategia muy al estilo de un Donald Trump criollo, supo conquistar el voto de inconformismo de sectores de derecha y de centro que se desilusionaron del Uribismo que encarna el Centro Democrático, el cual fue endosado a Fico, con las consecuencias que todos conocemos, a quien poco a poco se fue identificando como el candidato mediocre de Duque y de Uribe.
Petro ganó en la periferia en departamentos como Valle, La Guajira, Cauca, Magdalena, Atlántico, Bolívar, Magdalena, Cesar, Chocó, Risaralda, Córdoba, Quindío, Nariño, Putumayo, Amazonas, Vaupés, Sucre y por supuesto en Bogotá.
Por su parte Hernández ganó en el centro del país en departamentos como Santander, Norte de Santander, Boyacá, Cundinamarca, Tolima, Caldas, Huila, Casanare, Arauca, Vichada, Meta, Caquetá y Guaviare; a pesar de haberse hecho evidente que desconocía todo sobre los antiguos territorios nacionales.
El problema ahora se centra en las alianzas para la segunda vuelta, donde la historia reciente demuestra que la derecha colombiana se ha sabido unir cuando es necesario y cerrar filas frente a lo que consideran una amenaza para el modelo económico y social y por supuesto para los intereses de los grandes capitales de quienes los respaldan.
Así las cosas si sumamos los porcentajes de Hernández 28,15%, Fico 23,91%, John M. Rodríguez 1,29%, Enrique Gómez 0,23% e Ingrid Betancourt 0,07% que suman el 53.65%, parecieran esfumarse las esperanzas por lo menos en las matemáticas para que Petro sea presidente.
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