Un año de abandono

César Picón

En este año no se construyó un solo metro de placa huella en la zona rural de Ibagué, de 15.000 prometidos en el Plan de Desarrollo. Tampoco se ha mejorado un solo kilómetro de caminos veredales (la meta es 200 km), ni intervenido algún puente peatonal (la meta es 20). Ni siquiera lo más básico, que es el mantenimiento periódico a las vías terciarias y la atención de emergencias en época de lluvias, lo ha llevado a cabo la actual Administración.
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Los puestos de salud mantuvieron cerrados durante buena parte del año, incluso en el pico de la pandemia. Las escuelas no han tenido mejora. Cero proyectos de vivienda, agua y saneamiento básico. En lo agropecuario la cosa esta peor: el informe de rendición de cuentas presentado por la Alcaldía muestra que 24 de las 27 metas del Plan de Desarrollo están en cero. Lo más preocupante es que con el presupuesto asignado a ese sector para el año 2021 (7 mil millones), que seguramente se mantendrá a esos mismos niveles durante el resto del Gobierno, será imposible cumplir con las metas establecidas para la ruralidad. Es una verdadera desgracia para los más de 30 mil habitantes de la zona rural de Ibagué, que el Gobierno de turno esté destruyendo lo que logramos construir durante los 4 años de la Administración Jaramillo: la valoración de los campesinos como parte verdaderamente importante de la sociedad, que merecen todo el apoyo y la inversión. Es un infortunio que, después de haber contado con un Gobierno que en 4 años invirtió más de 100 mil millones en el sector rural, que construyó las obras de infraestructura que reclamaban desde hace más de 20 años (puentes vehiculares, acueductos veredales, pavimentación de centros poblados, kilómetros de placa huella), que brindó apoyo financiero para la implementación de proyectos productivos individuales y asociativos, que abrió los puestos de salud y mejoró y dotó escuelas, bibliotecas y escenarios deportivos; ahora los campesinos tengan que rogar y esperar indefinidamente para que simplemente les envíen una máquina para recuperar una vía destruida por la lluvia. Ni que decir de las demás necesidades insatisfechas. Haberle dado valor al sector campesino, transmitirles seguridad para reclamar con vehemencia sus derechos, demostrarles que con voluntad fue posible lo que por años pareció una vana ilusión, fue el principal activo que les dejamos. Hoy eso se está yendo al traste con un Gobierno que anda más preocupado por “cuadrar” las próximas elecciones que por atender tanto reclamo ciudadano, en especial el campesino. Quienes han sido los mas afectados por la guerra, los desprotegidos y desatendidos por parte del Estado, los que han tenido que padecer todo tipo de ignominias por parte de los grupos armados legales e ilegales, merecen que, en un acto de justicia, se les cumpla con lo prometido.

El sector rural no produce muchos votos. Allá no hay empresarios portentosos que después puedan financiar elecciones. Para conocerlo hay que ponerse las botas, embarrarse y destinar días completos para llegar a las zonas más alejadas. Tal vez por eso es que este Gobierno prefiere mirar para otro lado. Ojala entiendan que allá vive gente humilde y trabajadora que con amor y esfuerzo produce nuestra comida y protege la vida natural. Ellos merecen atención, no abandono.

CÉSAR PICON

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