Cerrajeros digitales

Fuad Gonzalo Chacón

En diciembre de 2015, Syed Rizwan Farook y Tashfeen Malik abrieron fuego con rifles de asalto en las instalaciones del Inland Regional Center, una institución dedicada al trabajo social con personas discapacitadas, el macabro paso imperioso de su munición dejó un saldo de 14 fundas negras para cadáveres y una polarización aún mayor contra el mundo musulmán.

Las tranquilas calles de San Bernardino, California, nunca podrían volver a la parsimonia de su cotidianidad, el terrorismo que sus habitantes solo imaginaban gracias a CNN y condenaban tras la protección de su pantalla de televisión había aterrizado en su patio trasero.

Tras abatir a Malik y neutralizar a Farook, el FBI inició sus pesquisas y encontró que el iPhone de Farook podía constituir una rica fuente de información para desarticular posibles células terroristas, pero ni los millones de dólares destinados por el congreso norteamericano para inversión en tecnología y seguridad pudieron prepararlos para el mayor obstáculo de este dispositivo: La contraseña de Farook. Una combinación de 4 números que solo él conocía y el bloqueo automático del dispositivo tras 10 intentos fallidos fue la manzana de la discordia.

Pero como se supone que todos estamos navegando en el mismo barco de la lucha contra el terrorismo, el FBI consideró que sería muy fácil levantar el teléfono y llamar a Tim Cook, representante de Apple, para pedirle uno de esos sencillos favores que se hacen entre grandes compañías: Crear una puerta trasera que le permitiera a sus agentes desbloquear el teléfono e ingresar a los datos de Farook. Para lo que no estaban preparados era para que Tim Cook se negara y más encima un tribunal de Nueva York le diera toda la razón.

En un mundo cada vez más permeado por las redes sociales y la conexión constante a internet desde casi cualquier parte y dispositivo, la protección de datos ha adquirido una importancia transcendental que nos debe dar a entender que las cosas han cambiado.

Aun cuando constantemente nos vemos empujados a compartir más información con desconocidos, desde cómo nos sentimos hasta dónde nos encontramos ubicados, la conservación de una esfera de datos privada e impenetrable se ha convertido en el nuevo producto que muchos cerrajeros digitales están dispuestos a vender.

Sin importar lo que se busque proteger, bien sea fotos de nuestro perro, datos de tarjetas de crédito o conversaciones de infidelidad, la privacidad hoy es una mercancía más y hasta un lujo para muchos.

La aventura jurídica desatada por Tim Cook podría ser el debate más importante de esta década en medio de un ambiente enrarecido por las continuas denuncias de espionaje a usuarios por parte de las colosales corporaciones que gobiernan la red y agencias gubernamentales.

El capítulo sobre los límites de la protección del consumidor frente a la flexibilización de las normas en pos de causas que se consideran superiores apenas se está escribiendo y cuando llegue el momento de Colombia de aportar un par de líneas deberá tener muy claro qué postura adoptar, pues estarán en juego conceptos tan básicos que dábamos por descontados como la libertad misma.

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