Una crítica con selfie

Columnista Invitado

Nayib Bukelele dio unos pasos, se paró en el podio y en 28 segundos saludo y agradeció por protocolo. Paso seguido hizo lo que ningún Jefe de Estado había hecho hasta el momento: se tomó una selfie que luego postearía en sus redes sociales con el hashtag #UNSelfie. En menos de 24 horas la publicación del presidente de El Salvador tenía en Twitter más de 31 mil likes y en Instagram casi 140 mil. Superó con creces una frase premonitoria de las que dijo en su intervención: “Muchas más personas verán esta selfie, que las que escucharán este discurso”. Muy cierto, a esa hora, en ese escenario en Nueva York, eran muchas las sillas vacías.

Lo que parecía un grandilocuente gesto de vanidad, se convirtió en una crítica contundente hacia la Organización de las Naciones Unidas, en medio de su asamblea anual número 74, y en una invitación para buscar un cambio en una institución de carácter mundial que parece haberse estancado en el tiempo, olvidando a veces que fue creada en 1945 con el noble propósito de mantener la paz mundial. A Bukelele hay que interpretarlo entre líneas e ir más allá de las críticas que recibió de quienes aseguraron que, con su discurso, desaprovechó la oportunidad de hablar sobre los graves problemas que tiene El Salvador, que no son distintos a los que aquejan a Latinoamérica y el mundo: violencia, narcotráfico, pobreza, desigualdad, contaminación, etcétera.

Es como si hubiera querido decir que hoy con tanta tecnología no es necesario ir a Nueva York para reunirse, en medio de los males que enfrenta cada nación. La ONU ha sido determinante para resolver conflictos que aquejan a la humanidad. Es garante del acuerdo de paz firmado entre el Estado colombiano y las Farc, por poner un ejemplo reciente y cercano. Pero también, es lo más parecido a un gigante paquidérmico que llega tarde a la realidad. En esta asamblea se ordenó crear una misión internacional independiente que investigue las denuncias hechas desde 2014 sobre violaciones de derechos humanos en Venezuela: desapariciones forzadas, torturas, ejecuciones extrajudiciales, entre otros delitos. Muy tarde si tenemos en cuenta que millones de venezolanos han escapado en los últimos años a esa realidad brutal y al hambre que los mata lentamente.

Veedores de la ONU, con o sin sus cascos azules, pero protegidos con su emblema humanitario, recorren el planeta en busca de soluciones pacíficas a los conflictos de la humanidad sin que esto sea garantía de una salida real a la problemática. A esta Asamblea 74 se llegó con vientos de nuevas guerras, algunos soplando más duro que otros. Hay amenazas en Irán o Corea del Norte; conflictos añejos como los del medio oriente; y, escaramuzas diplomáticas que podrían escalar como las de Colombia y Venezuela.

Es ahí dónde Bukelele se podría equivocar ya que tenemos que mantener la magia de reunir a los líderes del mundo, siempre será mejor buscar el diálogo que persistir en esa vieja costumbre de la humanidad de solucionar sus diferencias a punta de garrotazos.

El poder de una mirada o de un gesto puede cambiar la historia y es allí donde el salvadoreño nos recordó, en un instante, que para la foto siempre hay que sonreír.

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